Capítulo 27

75 3 0
                                    

Me dije que Gabi había descifrado el acertijo, que ya Gonza no tenía poder sobre mí. Que lo mío con Gabi era amor puro, mientras que lo de Gonza era conveniencia.

Fui a comer con los chicos de buceo porque Ana había insistido en que fuera con ellos. El de la malla roja, Rodrigo, estaba reenganchado con ella. Ana había sido más astuta que yo. Lo había mirado, elegido y ahora lo tenía. Y yo ¿qué había hecho? Había sido una hoja volando en el viento. Me había dejado llevar por cada ráfaga, sin dirección.

Cuando estábamos terminando de comer, llegó Gonza. Vino directo hacia mí, estaba furioso.

─¿A qué estás jugando? ─me dijo.

─¿De qué hablás?

─No te hagas la ingenua. De tu encuentro a las 10.

─¿Qué te pasa?

─Con vos, nada.

Problema solucionado, pensé. Pero no me sentía más tranquila. Lo vi alejarse. Cuando volví a mirar hacia la mesa, todos estaban mirándome. Me quería matar.

─¿Con Gabi te encontrás a las 10? ─me preguntó Ana.

─Sí.

Dos de los chicos estaban susurrando y me pareció que decían: calientapava, histérica.

─Ya es la hora.

─Me tengo que ir.

Apenas podía caminar. Ana me alcanzó.

─¿Qué te pasa?

─No quería lastimar a Gonza.

─Cuando ellos nos hacen sufrir está bien, pero cuando somos nosotras, no se lo aguantan. Gonza ya fue.

Gabi estaba en el mirador.

─¿Qué te pasa? ─me preguntó.

─Lo vi a Gonza y...

─Olvidate de Gonza.

─Pero él...

─Ya estás acá.

Me abrazó, me besó y, finalmente, todo desapareció de mi cabeza. Ya no dudé de él, ya no dudé de mí. Era ahí donde quería estar.

Amor de cruceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora