Capítulo 25

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No sé qué es más desesperante: que nadie guste de vos o que dos gusten al mismo tiempo y no sepas con cuál quedarte. Otra vez, yo no quería salir del camarote. Mi vieja no paraba de insistir.

─Ya empezamos con la cuenta regresiva.

─¿Alguna vez te pasó que dos chicos gustaran de vos y no supieras a cuál elegir?

─Era muy fácil: ninguno. Uno era más espantoso que el otro.

─Si los dos hubieran sido lindos, con cuál te habrías quedado ─y ni bien lo pregunté, me arrepentí. Sabía que cuando yo me abría a mi vieja, ella después arrasaba con todo. ¿Por qué había caído en la trampa otra vez?

─Con el más tierno.

La ignoré.

─Quizás, si me decís quiénes son, puedo ayudarte mejor.

─No importa.

─Uno, seguro, es Gonza.

─No importa.

─Sí, sí, me imagino. Y el otro, ese chico de buceo, no sé cómo se llama.

─¿Quién?

─El de la malla roja.

─Nada que ver, ese le gusta a Ana.

─¿Quién, entonces?

─Nadie.

─No me digas que... Juan.

─Juan es mi amigo.

─¿Es alguien del barco?

No le respondí.

─No sé, solo te vi con Gonza y Gabi ─me miró fijo─. ¡No me digas que es Gabi!

Me puse roja.

─Vicky, Gabi es el hijo del Capitán.

─¿Y?

─Y... vive en el crucero.

─¿Y?

─Y es el novio de Nati.

─No es el novio. Ella lo acosa.

─No sé por qué Nati te cae tan mal, es muy buena chica.

─Sí, seguro.

─Los dos son tentadores, pero la verdad ninguno da para un amor en serio.

La culpa era mía por ser tan estúpida. Me arrepentí de haberle permitido entrar en mi vida.

─¿Los dos gustan de vos? ─preguntó ingenua, como si antes no me hubiera tirado un misil─. ¿Te dijeron algo?

¿Qué se creía: que era estúpida y no podía darme cuenta de que les gustaba?

─Vicky, solo quedan tres días, y lo más probable es que no los vuelvas a ver más.

─¡No entendés nada! Nunca te pasó lo que me está pasando a mí. ¡Dejame tranquila!

─Vicky, no es el fin del mundo, los dos son buenos chicos, elegí a cualquiera, tirá una moneda, lo que quieras. Pero cortala con el sufrimiento.

─Ah, claro, si vos lo decís, ya está todo arreglado.

─Si seguís así, vas a quedarte sola, sin el pan y sin la torta.

Entró mi papá.

─Apúrense que se hace tarde.

─Eduardo, por favor, que estamos de vacaciones.

─Pero ¿no querías ver la obra de teatro?

─Sí.

─Empieza en 15 minutos.

─Nos tenemos que ir. Vicky, dejá de hacer un drama por todo. El más dulce.

─¿De qué hablan?

─De chocolates.

Amor de cruceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora