Capítulo 21

84 3 0
                                    

─La historia de mi mamá es como la historia de Julieta. Se enamoró perdidamente del hombre prohibido cuando aún era pequeña ─Nati miró a Gabi─. Un marinero que solo veía una vez por año. Cuando cumplió los 18, zarpó en el barco con él.

─¿Y abandonó a los Capuleto? ─mi vieja se hacía la erudita.

─¿Quiénes son los Capuleto? ─preguntó Pedro.

─Julieta era Capuleto. Su apellido era Capuleto.

Me acordé de mi divague en la primera clase de buceo. Ahí tenía la respuesta.

─Mi mamá abandonó su vida por amor ─dijo Natalia haciéndose la interesante─. Se casaron...

─¡Qué alivio!, creí que el marinero la abandonaba ─dijo mi vieja.

─El marinero era mi papá.

─Que se llamaba Romeo ─dijo Gonza.

─Nooo, ¿en serio?

─Sí, pero mi mamá se llama Adela.

Todos se rieron.

─Mi papá murió cuando yo tenía dos años.

─Lo siento mucho ─mi vieja, que estaba sentada al lado, la abrazó.

─Me hubiera gustado tenerlo como vos tenés al tuyo ─la guacha me miró dando lástima─. Por suerte, él tenía un gran amigo ─y señaló al Capitán─. Siempre ha sido como mi padre.

─Y Gabi como un hermano ─dije yo.

─Con Gabi siempre tuvimos una relación muy especial, ¿no? ─lo miró─, pero nunca lo consideré un hermano. Y esa es la historia abreviada.

─¿Vivís en el barco? ─preguntó mi papá.

─Ya no, a los 12 mi mamá y yo nos instalamos en Buenos Aires, y el mes que viene me voy a vivir a Florencia.

─¿A Florencia? ¡Qué divino! ¿Qué vas a hacer ahí?

─Se va a ir con los Capuleto ─dijo Gonza y todos se rieron, menos Pedro y yo, él porque todavía no entendía y yo porque no aguantaba tanto glamour.

─Tengo una beca para estudiar arte.

La odié, la odié con toda mi alma, con todo mi cuerpo. Te juro que la hubiera agarrado de los pelos. ¡Qué más podía tener ella y yo no! La muy astuta, con su voz suavecita y tierna dijo:

─Cambiaría todo esto por tener a mi papá.

Mi vieja cayó en la trampa, y mi viejo también. El padre sustituto puso cara de circunstancia, pero los jóvenes no nos dejamos llevar, a nosotros todavía nos corría sangre en las venas.

─Me imagino lo que debe haber sido este barco con todos estos niños pequeños ─comentó mi mamá.

─Mis mejores recuerdos son de esa época ─dijo el Capitán.

─Jamás me imaginé que había familias viviendo en estos buques.

─No sé si es lo mejor para un niño, pero a veces uno no tiene opción.

─¿Y cómo hicieron para estudiar? ─preguntó mi viejo.

─Mi esposa les daba clases.

─¿Su esposa?

─En realidad, mi exesposa.

─También una historia romántica y conmovedora ─dijo Gabi─. Un día se bajó en una de las islas Baleares, se enamoró del lugar y no volvió.

Se hizo un silencio. El Capitán se mordía los labios.

─Imagínense qué situación. Si el barco zarpaba, la abandonábamos. Pero qué opción tenía mi papá. No podía detener el buque por más tiempo, ya todos se quejaban porque no partíamos.

─Hay espíritus libres que sufren con el encierro ─dijo el Capitán.

─Lo entiendo. Es difícil mantener un matrimonio y una familia a lo largo de los años ─dijo mi mamá, que seguro lo había leído en la Cosmopolitan. O lo sabía por experiencia.

─¿Ya tienen pensado qué van a hacer mañana? ─preguntó el Capitán cambiando de tema.

─Mañana vamos a hacer tirolesa en... ─dijo Gabi─. Vicky, no te podés perder esta oportunidad ─me miró suplicándome.

─Nati, ¿vos vas a ir? ─preguntó mi vieja.

─No, prefiero ir a la feria de Ipanema. Quiero comprar regalos.

─¿Dónde? Quiero ir ─mi mamá se le estaba acoplando.

─Si querés, vamos juntas.

¿Qué quería ahora la Torcida?, ¿robarme a mi vieja?

─Me encantaría. Nunca la engancho a Vicky para que me acompañe.

¡Que se la robe y no la devuelva! Yo iría con Gabi, mi príncipe azul.

Amor de cruceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora