17: Nicolás

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17

NICOLÁS. 



Los días pasaron volando, hace tan sólo un par de semanas Oscar me contó que se mudaría al Anglo y hoy finalmente es el gran día. Admito que estoy muy emocionada, Oscar se volvió un gran amigo para mí y el poder estar más tiempo con él que antes me alegra inmensamente.

Ya estaba completamente lista desayunando tranquilamente con mis padres, ya que, ayer volvieron de su tour por Europa. Llevaba puesto un pantalón corto de color blanco, una camisa sin mangas negra que decía en letras blancas "Leave me alone" y mis vans negras. Mi cabello lo recogí en un moño desordenado y me coloqué rimel y mi infaltable labial rojo. Anoche no pude dormir de la emoción así que aproveché el tiempo para pintarme las uñas en rojo. Me enorgullece decir que estaba perfectamente combinada.

Una vez terminado mi desayuno que consistía en huevos revueltos con un zumo de naranja, me despedí de mis padres y de Jonathan, ya que, Derek volvió ayer a la universidad. Salí alegre de mi casa y esperé sentada en un banquito a que Camila llegara con su minicooper a recogerme.

Esperé unos 12 minutos y finalmente Camila llegó. Me levanté sonriente y subí en su auto.

—Buenos días —saludé.

—Hola Cait —dijo con una gran sonrisa.

—Hoy es el gran día —levanté los brazos dramáticamente.

—Sí, finalmente conoceré al famoso Oscar —rió.

—Okay, ¡vamos!

El camino de ida fue tranquilo, Camila y yo entablamos una que otra conversación sin sentido y en un abrir y cerrar de ojos nos encontrabamos en el Anglo.

Corrimos a la entrada, ya que, estabamos llegando sobre la hora y entramos. Hicimos la típica rutina de ir a nuestros casilleros, sacar los libros y bla bla, y  luego entramos en la clase de matemáticas.

—Llegan tarde —nos miró el profesor reprobatoriamente.

—Lo sentimos —dije.

—Esta es la última vez señoritas, estaba diciendo a sus compañeros que habrá cambio de lugares.

Tomamos asiento y el profesor comenzó a llamar por nombres. ¡Que nervios! Mi corazón comenzó a latir más cuando el profesor me llamó.

—Caitlin, Nicolás, segunda fila, tercer asiento.

¡NOOOOOOO! ¿Por qué mi vida no es como en los libros donde siempre te toca con el chico más lindo? ¿¡Por qué justo con el más desagradable!?

Arrastré mis pies hasta el lugar que el profesor ordenó y tomé asiento. Al cabo de unos minutos un chico un poco pasado de peso, de ojos practicamente negros y cabello negro tomó asiento a mi lado, siempre tuve miedo a este chico, es un tanto... raro.

—Camila, Ethan, segunda fila, segundo asiento.

¡Oh Dios gracias por salvarme! al menos ahora tendría con quien hablar, y me refiero a Camila obviamente. Ambos tomaron asiento en frente y Camila automáticamente se volteó a verme con una sonrisa burlona, ¡Maldita se burla de mi desgracia!

—Oscar, Micaela, segunda fila, cuarto asiento.

¡OH BENDITO DIOS! gracias por disminuir mi condena y brindarme dos personas con las cuales puedo entablar una conversacion decente, Camila y Oscar.

Me volteé y allí estaba Oscar, el chico amable y sonriente de siempre.

—¡Oscar! —exclamé con una sonrisa.

—¡Caitlin! —me respondió de la misma manera.

—¿Qué te parece si almuerzas conmigo y unas amigas? —ofrecí.

Quien sabe, tal vez Oscar sea material popular.

—Me encantaría, gracias por invitarme —se sonrojó.

—No hay de que —le guiñé un ojo y volví a centrar mi atención al pizarrón.

Estaba intentando prestar atención hasta que una incómoda sensación de que alguien olía mi cabello me distrajo, miré a mi derecha y mis peores pesadillas se confirmaron, Nicolás estaba oliendo con pasión mi cabello. Lo miré con asco y alejé mis marrones cabellos de sus narices, ¡¿Por qué me tuvo que tocar con este raro?!

Me alejé disimuladamente de él y volví a prestar atención al profesor. Pasaron varios minutos en los cuales miraba directamente al profesor pero no tenía ni la menor idea de que estaba hablando, mi mente vagaba en otro lado.

—Caitlin, ya que estás tan atenta a la clase, ¿podrías decirme el resultado del ejercicio 5? —preguntó el profesor despertándome de mi pequeño transe.

Miré con desesperación a los alumnos en busca de alguien que pudiera salvarme hasta que el que menos esperaba que me ayudara contestó mi llamado de súplica. Nicolás me susurró la respuesta, 8.

—¿Emm, 8? —pregunté.

—¿Es una pregunta o una afirmación? —respondió levantando una ceja.

Me aclaré la garganta sintiendo la presión de la intensa mirada que me daban los estudiantes.  

—Afirmación.

—Pues bien hecho señorita Bennote, la respuesta es correcta —me sonrió. Esperen, ¿ME SONRIÓ? ¡OH DIOS MIO! y yo que comenzaba a creer que este señor tenía pena de sonreír por falta de dientes o algo por el estilo, ¡Me sonrió!

—Gracias —susurré a Nicolás.

—Cuando quieras —rió.

Podría llevarme bien con este chico si no fuese tan... ¿raro?

PIIIIP

¡Cambio de hora! ¡aleluya!

Me levanté lo más rapido posible para poder escapar de esa jodida clase. Corrí practicamente por los pasillos hasta que me choqué con Oscar, y no fue el típico choque de película donde solo se te caen los libros y terminan ambos enamorados o algo así, nop, en mi caso yo me caí de culo al suelo y además me lastimé la cabeza, mis libros volaron por los aires y él cayó a mi lado.

—¡Oh Dios mio! lo siento Caitlin ¿Estás bien? —dijo Oscar con notable preocupación en su voz mientras se levantaba del suelo.

—S-no —susurré— creo que debería ir a la enfermería —agregué tocando mi nuca y descubriendo que estaba sangrando, mierda.

—Y-yo te llevo, lo siento en verdad —se lamentó.

—No importa.

—¡Estás sangrando! ¡Dios tenemos que irnos! —exclamó preocupado. Hasta diría que con pánico.

—Tranquilo no pasa nada —intenté calmarlo pero mi voz salió asustada y débil así que lo único que logré fue asustarlo aún más.

Me ayudó a levantarme del suelo, cogimos todos mis libros y papeles que estaban esparcidos por casi todo el pasillo, cargó con todos mis libros y apoyó un brazo en mi hombro guiándome hasta la enfermería, la cabeza comenzaba a darme vueltas, estaba perdiendo sangre y me sentía cada vez más débil.

Finalmente luego de unos minutos de caminata llegamos a la enfermería, al entrar la enfermera se asustó y corrió hasta nosotros. Me subió en una camilla y me comenzó a hacer unas cuantas preguntas, yo intentaba responder pero las palabras se quedaban atoradas en mi garganta, estaba muy cansada, los párpados ya comenzaban a pesarme y lo último que recuerdo es que Oscar me susurró: Estarás bien, lo prometo. Y luego besó mi frente, no recuerdo nada más, caí en un profundo sueño. ¿O tal vez me desmayé?

Jugando a quererte {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora