34: La cita

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LA CITA.



Desperté al sentir una suave brisa mover levemente mis cabellos. Abrí lentamente mis ojos y me froté el rostro un par de veces, una vez que tenía las energías para levantarme lo hice. Estiré mis adormilados músculos y di un gran suspiro. Hoy era el gran día. Zachary y yo saldríamos luego del instituto, lo que significa que debo ir completamente producida en el instituto.

Caminé haraganamente hasta mi armario y comencé con mi gran dilema de mujer, ¿qué me pondré? Pero mi problema no era el de las típicas chicas que no tienen nada para ponerse, no, mi problema era que tenía tantas pero tantas prendas de vestir que decidir entre una era imposible. Es por ello que normalmente elijo mi ropa al azar. Observé detenidamente cada ropa que colgaba en mi gigantesco armario, pasé mis dedos por las diferentes texturas de telas hasta que me detuve un una. Era un hermoso vestido azul a tirantes. ¿Será adecuado para la ocasión? -me pregunté.

Continué haciendo lo mismo con miles de vestidos hasta que mi paciencia se agotó. No importaba que usara, cualquier cosa sería adecuada para la situación, era una cita con Zachary, nada más que eso. Terminé optando por un precioso vestido color pastel con escote corazón, lo combiné con unos tacones blancos y un saco del mismo color -por si refrescaba, Zachary no era la clase de chico que daba su saco a su cita para que esta no tuviera frío-. A diferencia de los demás días, hoy decidí peinar mis rebeldes cabellos, me los alisé pero deje pequeños rulos en la punta, me quedó fantástico a decir verdad. Me quedé observando en el espejo y fue entonces que recordé un pequeño gran detalle, las reglas del instituto han cambiado, debíamos llevar uniforme. Grité frustradamente y me di una bofetada mental, hay veces que puedo llevar a ser tan estúpida. Me arranqué con rabia el vestido y lancé lejos los tacones, suspiré molesta y me coloqué el uniforme. Joder, ¡tanto tiempo perdido!

Comencé con mi rutina de maquillaje, ya saben, máscara, rimel y brillo labial rojo, mi favorito. Emocionada por el día que me esperaba cogí el móvil y bajé las escaleras prácticamente corriendo. Una vez abajo preparé un ligero desayuno -para que mi panza no se hinchara antes de la cita- y lo comí en un chasquido de dedos. Estaba que moría de hambre.

Despistadamente me dirigí a la sala y con lo que me encontré me dejó perpleja. Eran otra vez ellos dos. Jontahan y Luján. Estaban riendo de alguna macanada, cogidos de la mano, muy cerca el uno del otro.

—Buenos días —gruñí intentando ocultar mi enfado. Luján saltó del sofá y por poco cae al suelo, claro, si no fuera por mi caballerosísimo hermano quien la salvó. Argh.

—Hola Cait —dijo Luján separándose de mi hermano— Vine para ayudarte a elegir tus ropas para tu cita con Zachary, pero... —se calló y Jonathan terminó la oración por ella. Ni ella se creyó su mentira, debíamos llevar uniforme, no vino por eso y lo sabe muy bien.

—Pero como estabas durmiendo yo le hice un poco de compañía —sonrieron inocentemente.

—Chicos, ya basta de mentiras. Se que entre ustedes hay algo o se está creando algo, en fin, si quieren estar juntos... hagan lo que se les plazca —desistí, que mas da, de igual forma estarían juntos a escondidas de mí, y eso sería millones de veces peor.

Se observaron detenidamente y pude notar que Luján estaba asustada, asustada de admitir sus verdaderos sentimientos hacia mi hermano, asustada de que la "relación-amistad" que estaban llevando estos días cambie y nunca vuelva a ser la de siempre, asustada de perder al chico del cual sin siquiera darse cuenta se había enamorado.

Jugando a quererte {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora