14-Gabe

121 7 1
                                    

Adam había estado de acuerdo con que Jensen, en mi cuerpo, se quedara a dormir. No había dicho más que un sí y se había marchado a su cuarto.

Jensen y yo nos metimos en su cuarto y nos alistamos para dormir. Me lavé los dientes y Jensen me buscó una sudadera y unos pantalones cortos. Él se vistió con una playera naranja y unos pantalones, esa ropa la había dejado de usar hace mucho cuando comenzó a aumentar su masa muscular.

Así que nos acostamos porque no teníamos nada más que decir.

Posiblemente ya era más de media noche.

Estaba intentando dormir en la cama de Jensen pere sentía incómodo haciéndolo. Estaba durmiendo en su cama, en su cuerpo mientras él dormía en el suelo, en mi cuerpo, en una bolsa de dormir.

Pero a pesar de la comodidad de su cama, no conseguía dormir. Las preguntas no dejaban de comerme la cabeza. Me preguntaba si podía regresar a mi cuerpo o si me quedaría en el suyo para siempre. No saldría nada bien.

Aunque tuviera el cuerpo del chico que me gustaba, de un chico tan guapo como Jensen, no me sentía del todo bien estando aquí. En su mayoría era porque su personalidad, su actitud, toda su vida no va conmigo. Quizás aunque antes me haya llevado bien con él, eso nos cambió. Porque la verdad no solo el cambió, yo me volví un poco más tímido de lo que era, después de alejarme de los hermanos Lee, me refugie en los videojuegos. No sentía que podría acostumbrarme a su vida. Por otro lado, era como si le estuviera robando la vida. Era una vida que él había construido con esfuerzo, una vida que le había costado. Y como a pesar de todo él era tan importante para mí, me prometí que encontraría la manera de regresársela, y si no era posible, le protegería y le apoyaría en todo, incluso si quería hacer cambios en mi cuerpo haciendo ejercicio o lo que fuera. Igual yo podría seguir mi sueño en su cuerpo.

—Jensen —le llamé con susurros—. ¿Estás despierto?

Durante un breve momento no escuché nada, solo el suave sonido de las olas del mar. Eso combinado con la luz de la luna acompañada de la oscuridad era muy relajante.

—No —dijo al fin—. No puedo dormir.

—Yo tampoco. ¿Estás bien allí?

—Sí, no te preocupes—mintió. Lo conocía, y ya sabía que en el fondo no había cambiado mucho. Sería capaz de mentir y sacrificar su comodidad para que los demás estuvieran bien—. La bolsa está bien acolchada.

—Sé que mientes —le dije—. ¿Quieres cambiar?

—No, lo único que quiero es cambiar de cuerpos de nuevo —confesó—. Pero estoy cómodo aquí.

Sabía que seguía mintiendo, así que decidí comenzar a usar su cuerpo para su bien.

Me levanté de la cama y me acerqué a él. Lo levanté en mis brazos y lo llevé hasta la cama.

— ¡Gabe! —me gritó—. ¡Bájame!

—No hagas tanto ruido —le ordené—. Vas a despertar a tu primo.

—Entonces déjame ir —me ordenó susurrando.

—Si así lo quieres...

Cumplí sus deseos y lo lancé sobré la cama.

—Oye —me regañó mientras se apoyó en los brazos —. Eso ha dolido.

—Pensé que te gustaba lo acolchado, y para mí que tu cama está mucho más acolchada que el suelo.

—Que me guste dormir en una cama acolchada no significa que me guste que me lancen a una —explicó—. Eres un tonto.

Me sentí un poco mal por él. Ahora era tan frágil e indefenso como solía ser yo. Muchos podrían decir que debería hacerle sufrir como el me hizo sufrir, alejándose de mí y mintiendo con que me protegería y nunca lo hizo. Pero tenía sus razones, y aunque no lo quisiera aceptar, aunque eso hubiera acabado con nuestra amistad aun lo amaba.

—Lo siento —me disculpé—. Solo quería que estuvieras cómodo.

Estaba un poco enojado.

—Estaba cómodo en el suelo —dijo—. Estaba a punto de dormirme.

—No mientas —le ordené—. Y ahora duérmete o ya sabes que haré.

Cuando éramos pequeños tenía una gran debilidad y obviamente la tendría aun. No sé si funcionaría en cuerpos diferentes, pero tendría que hacerlo.

—No me dormiré si no es en la bolsa de dormir, Gabe, así que no te atrevas a hacer eso que no valdrá de nada.

Tenía total seguridad en que se dormiría, pero también era demasiado desafiante y no ibas a descansar hasta que no se saliera con la suya.

— ¿Seguro que no vas a dormirte en tu cama? —le amenacé. Podía notar el miedo en su cara, tenía miedo a lo que podría ocurrir si se negaba.

—Si —afirmó—. No me dormiré aquí.

—Está bien.

Le hice creer que aceptaba su decisión. Pero cuando estaba bajándose de la cama, lo volvía a tomar por los brazos, lo acosté y comencé a hacerle cosquillas.

— ¡Oye, para! —me ordenó mientras se reía—. ¡Déjame!

—No hasta que aceptes dormir en la cama.

El no respondió. Solo reía y yo reía con él. La risa de mi cuerpo era un poco pegadiza. Además estaba viéndolo feliz divertido.

—Para, para —suplicó y yo paré.

No sé si fue porque tenía las manos alrededor de su torso, que en realidad era mío, porque él estaba acostado y yo estaba sobre él o por el momento, pero me agaché, me acerqué más a él y le besé.

Fue un beso corto, pero la energía aun invadía mi cuerpo. El me observaba con mis ojos marrones que brillaban con la luz de la luna. Parecía un poco confundido, pero también podía notar la felicidad en él. Parecía que quería llorar, pero se negaba a hacerlo.

—Lo siento —me disculpé.

Me iba a alejar de él, pero él me devolvió el beso.

Ese beso duró un poco más. Y la energía que recorría mi cuerpo se volviendo cada vez más fuerte. Fue algo tierno y un poco raro, pues no dejaba de ser mi cuerpo.

Nos alejamos e Iba a levantarme de la cama pero él me tomó por el brazo.

—Gabe —me nombró—. Quédate conmigo.

Eso me sorprendió. El hecho que quisiera que me quedara con él. Pero me quedé con él así que me hizo espacio a su lado.

Me quedé mirándolo.

— ¿Enserio quieres que me quede junto a ti? —le pregunté.

El siguió con su silencio. Solo me tomó la mano y lo llevó hacia el pecho. Tenía la mano sobre su pectoral izquierdo. Sentí mi corazón en su pecho latiendo con fuerza. ¿Qué podía significar eso? Quería darme una respuesta.

— ¿Esto responde a tu pregunta?

Sonreí y volví a darle un beso.

—Es la mejor respuesta.

Era un deportista, una de las personas que me caían totalmente mal, pero mi amor por él era mucho más grande que un odio a causa de algo que no tenía nada que ver con nosotros. A causa de Eso.

Lo amo. Y me alegraba que él también me amara.

Foto: Dormitorio de Jensen

Four Ways to LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora