27-Jensen

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Adam conducía lo más rápido que podía. Yo estaba sentado en la parte trasera del auto, Gabe tenía miedo de que yo estuviera adelante. No se la razón, pero no podía negarme a su voluntad, no porque fuera algo parecido a mi novio, ni porque ahora fuera desproporcionadamente más pequeño que el sino porque estaba nervioso.

Tenía miedo de que algo pudiera haberle pasado a mi hermano, no estaría bien hasta saber si Brady estaba sano y salvo. Su salud era lo más importante para mí en ese momento.

Adam estacionó el auto y yo salí pitando. Gabe corría detrás de mí. Me sorprendió que estuviera corriendo más rápido que Gabe, cuando debería ser al contrario, pues él estaba en mi cuerpo. Pero las ansias de ver a Brady me daban más fuerzas.

Llegué al puesto de información, en donde atendía una enfermera pelirroja, era joven y hermosa, debía de tener casi treinta años. Alrededor de mí solo había caos. Paramédicos y enfermeras pasaban corriendo por todos lados, chicos heridos y familiares esperando angustiados. Según su uniforme, la chica se llamaba Kim.

— ¿Está Brandon Lee aquí? —pregunté rápidamente—. Su segundo nombre es Connor. Le dicen Brady. Estaba con los chicos de la excursión en el Hamilton Park.

—Niño —dijo Kim en un tono de voz tranquilizador—. Primero que todo, debes cálmarte.

Intenté relajarme. Gabe puso su mano sobre mi hombro. Me había olvidado por completo de él.

—Recuerda que estoy junto a ti —susurró.

— ¿Sabe algo de él? —le pregunté a Kim de nuevo, intentando mantener la cordura. Quería que me dejaron de ver a mi hermano

—Sí —confirmó ella—. Él está estable.

— ¿Pero que le ha pasado? —pregunté, dejando a los nervios volver—. ¿En donde está el?

—Lo siento, hijo, pero no puedo decírtelo —explicó. Adam había llegado ya—. Solo puedo dar esa información a sus familiares.

—Soy su hermano mayor —dijo Gabe, mintiendo en parte. Él también estaba preocupado.

—Y yo su primo —dijo Adam, el si no mintió—. Estoy a cargo de ellos mientras mis tíos regresan a la ciudad.

Adam le mostró su identificación a enfermera.
—Está bien —aceptó Kim —. Haré que alguien os lleve a su habitación donde se encuentra. Solo tenéis que firmar unos documentos.

La enfermera hizo que Adam firmara varias cosas por ser el adulto a cargo.

— ¿Y quién está a cargo de ti? —Me preguntó la mujer—. No debes de tener más de quince años. ¿Tus padres están por aquí?

Rayos. Kim no me dejaría pasar. No sabía qué hacer.

—Yo estoy con el —dijo el entrenador Btooks, mientras se acercaba a nosotros junto a su esposo Jackson—. Soy maestro del Jefferson High School.

Kim asintió. Detuvo a un enfermero que pasaba corriendo con unas toallas. Tenía el cabello de color negro castaño y los ojos verdes, era alto y delgado. Su edad no debía de sobrepasar los 25 años.

—Myles, cariño —lo llamó ella—¬. Por favor llévalos al ala este del hospital, a la habitación 204.

El chico asintió.

Nos guio por los pasillos hasta el ala este. Pude ver a varios estudiantes, no estaban gravemente heridos. Tan solo tenían unos raspones en los brazos y las piernas. Los maestros se quedaron con ellos. Gabe, Adam y yo llegamos a la habitación en donde estaba Brady. Le dimos las gracias a Myles y él se alejó.

Entramos y me encontré a mi hermano sobre una cama. Estaba dormido. Su cabello castaño oscuro estaba sucio, de color gris por la ceniza, tenía manchas negras de carbón en su piel y pero estaba pálido, como si estuviera muerto. Su ropa estaba un poco quemada y sus dedos… estaban manchados de sangre.

Él era un poco mas alto  y tenía la misma edad de Gabe, pero parecía un poco mayor. Un poco mayor que yo si no conseguía volver a mi cuerpo. Eso me dolería.

Quizás era un regalo de Dios el poder alejarme de mis padres, pero Brady y Adam era los únicos que me ayudaban a sobrevivir en la familia y no podía alejarme de ellos. Después de que Adam regresó a Londres, después de que Gabe y yo dejamos de ser amigos, Brady fue mi único apoyo por un largo tiempo.

Sentado en una silla, acompañando a mi hermano, había un chico. Era un poco más grande que Brady. Tenía el cabello castaño corto, sus ojos marrones estaban inyectados en sangre y su piel color aceituna también estaba manchada por el carbón. Estaba un poco pálido, aunque en realidad no sabía decir si era por el incendió o por alguna otra razón.

Al principió no lo reconocí debajo de el dolor provocado por el incendio, pero lo detalle bien y me di cuenta que era Nathan, uno de los mejores amigos. Lo había visto varias veces cuando Brady llevaba sus amigos a casa.

— ¿Adam? —Preguntó el chico, sorprendido al ver a mi primo.
Adam estaba tan desconcertado como el.

— ¿Quién eres? —preguntó Adam de vuelta.

Me acerqué a Brady y tomé su mano y estaba fría. Me dolía profundamente verlo así.

—Soy yo. Nathan —respondió el chico, como si eso fuera explicación suficiente—. Nathan Russell.

Pero su nombre si fue explicación suficiente para Adam.

— ¿Nathan? —Adam se asustó—. No, no puedes ser Nathan…

El chico se levantó y se acercó a Adam, pero este lo alejó.

—¿Por qué estas aquí? —le preguntó Adam—. Después de todos estos años…  Has cambiado.

—Tu también has cambiado, Adam. Aun recuerdo cuando…

—Cállate —rogó Adam.

Nathan se quedó abatido, le dolia que Adam le estuviera rechazando.

—Adam, por favor, yo…

—Creo que me iré a la sala de espera. Por favor, díganme si pasa algo.

Adam salió de la habitación. Yo le conocía, pero nunca le había visto así. Estaba triste, furioso, compartía una mezcla de emociones que le partían el alma.

—Deberías ir tras el —sugirió Gabe a Nathan.

El chico se lo pensó. Notaba que quería ir tras Adam, que deseaba abrazarlo y besarlo. Aunque no se como Adam podía haber enamorado a un chico menor 5 años menor que el.

—Si algo he aprendido en la vida —comenzó Nathan—. Es que no debo acercarme a Adam cuando está sufriendo.

Four Ways to LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora