21-Seb

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Mi padrastro entró en el cuarto y me despertó para ir a tomar el desayuno en familia.

Me incorporé.

Antes de quedarme dormido pensaba que el encuentro con ese chico alto no había sido más que un sueño. Eso hasta que comencé a soñar de verdad. En mis sueños veía fotografías de una mujer rubia, era hermosa. Veía momentos en los que estaba junto a otro chico rubio, quizás el hermano de la mujer, pues tenían casi la misma edad, pero no lo sentía así. No conocía a la mujer por más que intentara pensar en ella. Por otro lado, sentía un gran afecto hacia el chico, quizás era mi mejor amigo. Y luego estaba Jeff. Me recordaba pronunciando su nombre, recordaba sus besos, sus abrazos, las noches pasionales y románticas que pasábamos juntos, sentía que le amaba.

Pero al final estaba el otro chico. Lo veía cuando pasaba por los pasillos, cuando se escondía detrás de la preparatoria a fumar, cuando pasaba por un lugar llamado Olson Beach para ver sus grafitis, como sus ojos azules me cautivaban. Ese chico era exactamente igual a mí, pero no era yo. Quizás Will, el chico de ayer, tenía razón. Pero me negaba a aceptarlo. Me gustaba esta vida, sentía miedo de recordar completamente mi vida anterior al golpe.

Hice todo lo posible para dejar de pensar en ello.

Bajé a la primera planta y un estruendo afuera me asustó, pero seguí hacia la cocina.

Mis padres habían hecho un gran desayuno con tortitas, cruasanes recién horneados, miel, chocolate caliente. El timbre sonó, interrumpiendo el desayuno. Sabía quién era. El chico que en realidad era yo. O algo así.

—Yo iré —dije y mis padres aceptaron.

Me dirigí a la puerta y la abrí. Como pensaba, allí estaba Seb, O Will. ¿Web? Tenía la ropa andrajosa y sucia, incluso tenía una rama en el cabello.

— ¿Dónde te has metido? —le pregunté por su aspecto.

— ¿Dónde te has metido tú? —me preguntó indignado—. Escalé hasta mi cuarto para buscarte, pero no estabas allí, así que intenté volver a bajar. Gracias a que eres mucho más alto que yo, calculé mal la posición de un peldaño y caí al suelo.

Si ese era yo, de verdad tenía un cuerpo fuerte.

— ¿Te has hecho daño?

El negó con la cabeza.

—Solo me duele un poco la cabeza, pero no es nada.

—Will —me llamó mi padre—. ¿Por qué tardas tanto? —Se sorprendió cuando vio al chico parado—. Seb, que sorpresa. ¿Necesitas algo? ¿Es por el partido de la próxima semana?

El chico volvió a negar.

—He venido por Will, iremos a la biblioteca para hacer un trabajo de la escuela. —No sabía si mentía o si en realidad teníamos que hacer un trabajo los dos juntos.

—Está bien. —Creo que se estaba preguntando para sí mismo porque el chico estaba tan sucio. O quizás estaba cuestionándose la excusa de porque estaba aquí, según ellos no me llevaba bien con nadie—. Oye, ¿ya desayunaste? Puedes pasar a desayunar si quieres.

Por la expresión que puso el chico, era obvio que no quería, pero el hambre le ganó.

—Si, por favor —dijo con ansias—. Lo agradecería mucho.

Mi padre lo invitó a pasar

Él se arregló un poco en el baño. En verdad era un chico guapo. No si podía decirlo, pues según él, ese cuerpo era mío. Pero había algo en el que me llamaba la atención, él quizás era ese chico.

Four Ways to LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora