Esmeralda Daar pasó toda su vida soñando con entrar a la escuela más prestigiosa del reino de Imperia: El Coralli.
Una serie de enormes esfuerzos y de días interminables, permiten que Esmeralda viva lo inimaginable para una chica como ella, siendo a...
Los días pasaron y llegó el cumpleaños número dieciséis de Esmeralda, la chica saludó a su madre como si fuese cualquier día, se alistó y partió hacia el bosque. La muchacha era más alta, su negro cabello rizado le llegaba hasta los hombros y su tez blanca y verdes ojos realzaban su belleza interior.
Camino al bosque repasó mil cosas en su cabeza, su amistad con Kimiosea había durado ya tres largos años, cada vez se tenían más confianza, pero aún no era capaz de contarle acerca de Ezra y la misteriosa razón por la que lo raptaron. El camino era colorido, como siempre, pero para Esmeralda era un paisaje gris y sin vida, cada cosa que sucedía en su cumpleaños ahora era bastante insípida. Mim no se atrevía a desearle «feliz cumpleaños», ni ella a mencionarlo; así que para Esmeralda los cumpleaños no existían, sólo eran un día triste para recordar.
Cuando por fin llegó al bosque saludó a su amiga. Kimiosea era también más alta, su cabello aún le llegaba debajo de la cintura y su risa continuaba fresca, como siempre.
—¿Qué te pasa? —preguntó Kimiosea al ver que su amiga lloraba en silencio
—Nada, he de tener alguna alergia —respondió ella limpiándose las lágrimas rápidamente.
—¿Algún día me lo dirás?
—¿Decirte qué?
—¿Por qué siempre estás triste en tu cumpleaños? —Kimiosea dejó su canasta en el suelo y fue junto a Esmeralda—. ¡Vamos!, ¡somos amigas! —Esmeralda dejó su canasta igualmente y se sentó en el pasto, acción que imitó Kimiosea. Esmeralda se armó de valor, pues al fin y al cabo, ella era la única amiga que tenía.
—Perdí un amigo, este día, años atrás. Nos conocíamos desde que yo tenía tres años y él tenía cinco... siempre había sido el único apoyo, además de mi madre, que tenía en el mundo. —Esmeralda no pudo evitar soltarse a llorar—. No puedo entender por qué se lo llevaron aquellos guardias, pero lo hicieron de una manera tan cruel, le arrebataron a su familia y a mí me lo arrebataron también... trato de seguir con mi vida, festejar mis cumpleaños. ¡En serio, lo intento!, pero es muy difícil olvidar. —Kimiosea abrazó a su desconsolada compañera—. Era mi cumpleaños y ahora es el día más triste en todo el año.
—Lo siento. —Kimiosea se sintió un poco culpable por hacer recordar aquello a Esmeralda—. Oye, las personas que se alejan de nuestro lado siempre permanecen en nuestro corazón. Estoy segura de que si fueron tan buenos amigos, esa amistad perdurará por siempre, sin importar lo que suceda.
Al contarle aquello a Kimiosea sintió que ahora eran más amigas, éste era su secreto más grande y compartirlo implicaba que su amistad se fortaleciese más. Todo el día platicaron como si nada hubiera pasado. Kimiosea decidió que era mejor guardar respeto por un recuerdo tan doloroso para su amiga, a pesar de que aún le quedaban muchas dudas.
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