76. Soportando a Bisnia

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Se encontraba dormida cuando la despertó una serie de suaves sonidos. Al abrir los ojos miró que habían llegado varias mucamas para preparar el cuarto y despertarla. El sol en Kánoa era sumamente brillante, hacía resaltar todos esos tonos crema, oro y beige que incluían los interiores del palacio.

—Muy buenos días, señorita —saludó una de ellas mientras tomaba una de las miles de llaves que cargaban los sirvientes para abrir el balcón y acomodar las cortinas—. Espero que haya descansado bien.

—Buenos días, señorita —dijo otra criada que acababa de llenar la bañera con agua tibia—. La tina está lista para su baño, dejé unas toallas limpias para usted, señorita.

—Buenos días, señorita —se anunció una tercera mucama que traía una bandeja de plata con un humeante chocolate y un sabroso desayuno que incluía pan tostado, salmón y un platito con frutillas, además de un jugo de cítricos para iniciar el día—. Aquí le traigo su desayuno, espero que le agrade.

—Nos retiramos, señorita Esmeralda, pero permanecemos a sus órdenes —dijeron las tres sirvientas y se fueron de la habitación.

La chica disfrutó el delicioso baño, después tomó uno de los vestidos que le habían traído para que usara, era casi igual al que se puso en la cena, sólo que color gris. Se hizo un moño, se maquilló y se colocó el tocado de joyas sobre su cabeza. Se disponía a comer su desayuno cuando se vio interrumpida por el llamado de la puerta.

—Señorita Esmeralda, lamento molestarla, pero arribó una carta para usted —anunció el mayordomo con un sobre entre sus manos—. Llegó hace apenas un momento, de lo contrario la abría traído antes.

—Muchas gracias —sonrió la muchacha tomando la carta, cuando la tuvo en sus manos el mayordomo se retiró de la habitación.

La chica abrió el sobre tranquilamente, era de parte del Coralli, Esmeralda de inmediato terminó de morder el pan y comenzó a leer la carta.

Estimada, Esmeralda Daar:

Como tengo entendido que las amistades no se quebrantan ni con el más fuerte de los vientos, le adjunto la lista de los paraderos de cada una de las ex alumnas de las que tenemos conocimiento, con la esperanza de que le sea útil para mantenerse en contacto con las amigas que desee conservar en su vida.

La muchacha buscó inmediatamente con los ojos el nombre de sus amigas «Asaki, Shinzo – No fue seleccionada». Esmeralda miró el suelo con tristeza y continuó buscando «Bénel, Kimiosea – No asistió al viaje de selección"». La chica giró los ojos pues a ese paso no encontraría nada sobre el paradero de sus amigas «Ditón, Nereida – No asistió al viaje de selección».

Nereida fue la única que no la dejó angustiada, ya que se sabía a la perfección su domicilio, eran sus otras dos amigas de las que tal vez ya no tendría noticias; sin más se resignó y continuó desayunando. Planeaba escribirles, tanto a Nereida como a su madre en la noche. Aprovecharía entonces para preguntar sobre Shinzo y Kimiosea.

Justo terminó de beber su jugo, que era lo único que le faltaba, cuando una mucama entró a la habitación.

—Señorita Esmeralda, discúlpeme que la moleste. La Lirastra Fidanchena ordena su presencia en la entrada del palacio —explicó la criada y la muchacha asintió.

—Muchas gracias, ¿podrías llevarme? Aún no memorizo este enorme palacio —pidió Esmeralda y la mucama asintió.

No tardaron mucho en llegar a donde la Lirastra pidió, lugar en donde estaban ella, Bisnia, Diesta y su nana. Todas inexpresivas y completamente impecables. La mucama que acompañó a Esmeralda se acercó a ellas, hizo una pequeña reverencia y regresó a sus labores.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora