70. La feria Dimenio

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El tiempo pasó y el invierno llegó, al igual que otro fin de semana y Esmeralda fue a trabajar al Shésimu. Una época realmente mágica para acudir a dicha cafetería, los platillos eran decorados con azúcar y crema batida, dándoles esa apariencia nevada. La muchacha esperó a que fuera su tiempo de descanso para platicar con sus amigos.

—¿Cómo le ha ido a tu amiga que espera bebé? —preguntó Kuri.

—Muy bien, a decir verdad, le ha costado un poco, pero se encuentra feliz —relató Esmeralda—. Y Wolt... ¿Cómo te ha ido con Cindél?

—Bien, la invitaré a la feria Dimenio —respondió Wolt sonriente.

—¡Vaya! Y pensar que hace poco que no le hablabas —expresó la muchacha.

—Ni a ella ni a nadie —comentó Kuri sonriendo.

—Bueno, aunque todavía te falta un poco —rió la chica y su amigo sonrió.

—¿Irás a la feria? —preguntó Wolt.

—No lo sé, creo que no, me quedaré a acompañar a Nereida esa noche —explicó Esmeralda.

—Pues deberías darte una vuelta, aunque fuese un momento —dijo Kuri—. Siempre hay un ambiente muy bueno.

—Trataré, pero no les aseguro nada —concluyó la muchacha y regresó a trabajar.

La feria Dimenio era una festividad que pasaba solamente por algunas regiones de Imperia. Se trataba de un conjunto de juegos, sobre los que se podían divertir los habitantes de aquellas regiones, música, baile, golosinas y distintas maneras de divertirse; era llevada a cabo solo cada cuatro años y la región afortunada solía tener muchos visitantes de distintos lugares.

Nereida no deseaba asistir, se cansaba con mucha facilidad, pero alguien que no perdió ni un momento para planear ir fue Naudur, quien, sin dudar un segundo, invitó a Kimiosea a visitar aquella feria. Shinzo y Esmeralda se quedarían en la escuela, aunque también deseaban ir, pero comprendían que era más prudente quedarse con su amiga.

Llegó la fecha en la que se presentaría, todas las calles de Noif estaban llenas de luces, decoraciones y juegos mecánicos muy llamativos, casi todos fabricados perfectamente en Farblán.

El aire tenía cierto aroma a confitería, pues abundaban las golosinas. El Shésimu cerraba los días en los que se colocaba la feria, pues todos conseguían pastelillos u otros postres con una facilidad que no se tenía a diario.

Kimiosea se levantó muy temprano para poder prepararse. Las festividades ocuparon todas las calles, todos los rincones de la región de Cristaló. Los juegos mecánicos eran abundantes, estaban espolvoreados de nieve, el invierno no afectó el funcionamiento de los juegos, pero sí le daba un toque de magia al ambiente.

En el centro del pueblo se levantaba un juego llamado «la rata loca» era al que solamente acudían los más aventureros y valientes, se trataba de una serie de cubículos sostenidos por unos cables desde la punta de un tubo altísimo; al tiempo que giraba el tubo y los cables daban vueltas, el mismo subía y bajaba a una altura considerable, causando emociones más allá de las normales.

Había puestos de comida deliciosa, la mayoría era frita, pero también con opciones mucho más delicadas, como los famosos «corazones de agua». Éstos eran, como su nombre lo decía, agua encapsulada que se encontraba moldeada en forma de corazón. El agua llevaba un tratamiento especial con el cual adoptaba una consistencia gelatinosa, cosa que facilitaba el disfrutar de esta peculiar golosina.

Naudur pasó por Kimiosea a los dormitorios, partieron, sin perder ni un segundo, a la feria con inigualable alegría. Caminaron a través de ese maravilloso ambiente que se había formaba por la feria, compraron unos corazones de agua, después el chico invirtió mucho tiempo tratando de convencer a su novia para subir a la rata loca, al final lo logró y ambos subieron al juego.

Kimiosea se sostuvo muy bien, el encargado dio unas cuantas instrucciones de seguridad y después accionó una palanca, la muchacha cerró los ojos con todas sus fuerzas. Naudur la abrazó mientras los cubículos subían lentamente por el tubo, de pronto, el juego comenzó a funcionar, la muchacha gritó a todo pulmón. Cuando iban a la mitad del tubo Kimiosea comenzó a reírse, era una emoción indescriptible, millones de mariposas explotando en su estómago y el aire alborotando todos sus sentidos.

Bajaron del juego y se dispusieron a descansar en una de las mesas, ambos chicos charlaban. Naudur se percató de que su novia se encontraba escribiendo en un pedazo de servilleta.

—¿Qué es eso, Kimi? —preguntó curioso el muchacho.

—No es nada —contestó sonrojada Kimiosea al tiempo que doblaba la servilleta.

—Vamos, puedes confiar en mí —expresó el chico y la muchacha sonrió. Kimiosea le extendió el papel y Naudur comenzó a leer, cuando terminó miró a su novia con sus ojos llenos de ilusión.

—Es precioso, Kimi —dijo Naudur sonriendo—. Tienes un talento especial.

—Gracias, el profesor Piuick me ha dicho lo mismo —confesó la muchacha.

—Tiene mucha razón, este poema es increíble... ¿Por qué no te dedicas a esto? —preguntó Naudur sonriente.

—Siento que es una mala decisión —dijo la chica mirando hacia abajo.

—¿Por qué lo dices?

—Tantos años en el Coralli, ahorrando para él también, si elijo escribir poemas será como tirar todo ese esfuerzo a la basura —explicó Kimiosea.

—Claro que no, si te gusta no hay nada que te limite. Además, no fue una pérdida de tiempo. Antes de venir al Coralli no te habías adentrado al mundo de los poemas, creo que todo es parte de un camino. Venir a esta escuela te hizo ver el letrero con los señalamientos para un nuevo destino —animó el muchacho y Kimiosea sonrió—. Kimi, yo te apoyo en lo que sea... Sólo prométeme que harás lo que realmente quieres hacer.

—Te lo prometo —concluyó la muchacha abrasando a su novio.

—¿Quieres subirte a la rata loca de nuevo? —preguntó contento y la chica sonrió y asintió.

Se la pasaron muy bien juntos, por primera vez la chica se sintió apoyada en cuanto a esa extraña afición por la poesía. Ahora tenía muy claro todo lo que querría hacer, terminaría el Coralli, pero no asistiría al viaje de selección, se dedicaría en cambio a redactar sus escritos.

Regresaron ya muy tarde, fue un día muy divertido. Los muchachos se subieron a casi todos los juegos mecánicos.

Kimiosea regresó exhausta a su habitación, para cuando entró, Shinzo ya estaba totalmente dormida, así que sin hacer mucho escándalo se acomodó en su cama y se dispuso a descansar. Nada como un día especial, con una persona especial. 

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-Sweethazelnut.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora