84. La estrategia de Celta

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Llegaron contentos al cuarto en donde se quedó el Rey, allí seguía revisando sobre una mesa algunos planos del reino. Seo tuvo que quedarse fuera de la habitación. Cuando los chicos llegaron, el Rey levantó la vista mirando a Esmeralda y sonriendo, dejó el plano a un lado y se dirigió hacia la muchacha.

—Esmeralda, ¿cómo te ha ido? —preguntó el Rey entusiasmado.

—Lo lamento, su majestad, pero la... Encargada de su ejército no quiso hablar conmigo, dudó que realmente viniera de su parte —explicó recordando amargamente su encuentro con Celta.

—Debí imaginarlo —rió suavemente el Rey—. Es una persona difícil, pero muy eficiente... Ezra, ve con la señora Fibi y dile que traiga a Celta de inmediato.

—En seguida, señor —respondió el muchacho y se retiró, tardó unos minutos pero regresó junto con la señora Fibi y la pelirroja chica.

—¿Qué quiere? —preguntó groseramente la chica dejándose caer precipitadamente sobre uno de los elegantes sillones.

—Celta, mandé a mi nueva consejera a hablar contigo, aunque, realmente no me tomé el tiempo de pensar que la desconocerías —rió tranquilamente el rey Ciro—. Bueno, ella es Esmeralda, mi nueva consejera, puedes confiar plenamente en ella.

—Ya veo —dijo mirando a Esmeralda y después al Rey—. ¿Y? ¿Qué quería?

—Quisiera que nos dijera con cuántos soldados contamos, primeramente —indicó el Rey mientras tomaba asiento.

—Quinientos mil soldados —respondió Celta mirando a Ezra—. Un vaso de agua —dijo la muchacha chasqueando los dedos—. ¡Pero ya! ¿Qué estás esperando?

—En... Seguida, señorita —contestó Ezra mirándolos a todos confundido.

—También quisiera saber la estrategia y estructura que posee nuestro actual ejército —pidió el rey Ciro como si no se diera cuenta de la manera en que hablaba la pelirroja chica.

—Aquí tiene —dijo Ezra extendiéndole la charola con el vaso de agua encima, la chica bebió un poco y puso el vaso de vuelta.

—Nos dividimos en dos tropas, las cuales se dividen a su vez en otras dos más, siendo así cuatro en total —comenzó a explicar ella levantándose para hablarle al Rey de frente—. El nivel más bajo: los armeros. Ellos se colocan a los costados de cada tropa y en los perímetros de ataque, protegiéndonos contra cualquier ofensa. Siguen los arqueros que se colocan en el medio, desde ahí atacan a todos los elementos más cercanos. —Celta caminó hasta la mesa en donde el Rey tenía su mapa y comenzó a señalar la línea en la que se colocaban los arqueros, provocando que el Rey se levantara rápidamente para alcanzar a ver—. Los soldados zafiro, entrenados para atacar en silencio, se esconden cercanos al territorio enemigo, ayudados principalmente por los «sopla vientos» que actúan como ojos y oídos que advierten a nuestras tropas sobre cualquier estrategia enemiga, entrenados para la telepatía avanzada.

»Los soldados comunes simplemente atacan a nuestros enemigos con espada y escudo avanzando en las zonas paralelas a los arqueros, protegiéndolos a ellos también. Los soldados amatista se dedican al control de las armas de fuego más poderosas con las que se enfocan a atacar a los elementos más lejanos durante un ataque —terminó de decir la chica revisando el mapa—. Aunque... En caso de un ataque pasivo las estrategias cambian y entonces nos valemos principalmente de los elementos que simplemente son algo previsorio en un ataque activo. —Celta caminó hasta el sillón de nuevo y se dejó caer—. La estructura del ejército es sencilla. Si llega un soldado nuevo lo primero que será es un armero, aunque si posee una habilidad particular, como la telepatía, es concedido a la división especial. Digamos así que el nivel más bajo para un soldado normal es el de armero, pero para uno especial es ser soldado zafiro, después siguen arquero y sopla vientos respectivamente, luego soldados comunes y estrategas de la división especial, soldados amatista y capitán de la división especial, después de eso, obviamente capitán. Se elige uno para cada tropa, es decir que quedan solamente dos capitanes, las divisiones son regidas por su respectivo capitán y después por el capitán de la división especial y el más alto rango del ejército es el General. ¿Alguna duda?

—En lo absoluto... Esmeralda, ¿observaciones? —preguntó el Rey tranquilamente.

—Bueno... —comenzó a decir la muchacha tímidamente al tiempo que se acercaba al mapa—, yo creo que los arqueros no deberían estar en línea. Si estuvieran repartidos por todo el terreno podrían cubrir más espacio de ataque y así los soldados comunes no tendrían que distraerse protegiendo a los arqueros que se encuentran indefensos. Ellos tendrían una visión completa pues no estarían obstruidos por sus mismos compañeros —concluyó Esmeralda mirando al Rey.

—Muy cierto —dijo Ciro sonriendo mientras miraba el mapa—. Es muy cierto... Celta, cambia la estrategia de los arqueros de inmediato.

—Como quieran —contestó furiosa la pelirroja saliendo precipitadamente del cuarto.

—Muy buen trabajo, Esmeralda —felicitó el rey Ciro sonriendo complacido—. Sabía que podía contar contigo.

—Gracias, su majestad —respondió la chica—. Quería... Preguntarle algo.

—Dime, lo que sea —expresó el Rey amablemente.

—Pues... En el palacio de Kánoa tenía muchas personas a mi servicio —mintió la muchacha sonriente—. Quisiera solicitarle una especie de asistente personal, alguien que esté a mi servicio todo el tiempo.

—Dime a quién quieres como sirviente —accedió el rey Ciro de inmediato.

—¿Ezra? Podría ser una buena opción —sugirió la muchacha radiante.

—De acuerdo... Ezra, ahora estás al servicio de la señorita Esmeralda —dijo tranquilamente el Rey.

Aquella era la pequeña solución que Esmeralda tenía, ahora Ezra tendría que acompañarla a cualquier lugar y jamás tendrían que separarse.

Esmeralda y Ciro se la pasaron toda la tarde analizando distintas situaciones sobre el reino, la chica comenzó a tomarle las riendas a esa ocupación. Pronto se hizo tarde, pero algo más nació de los largos minutos que pasó en reunión. Nada relacionado con el trabajo de ser consejera, pues Esmeralda se perdía en los ojos de Ciro cada vez que estaba con él, era tan encantador. 

Poco a poco se sintió más y más cerca la posibilidad de que ya no fuera sólo un amor platónico. Le encantaba que estuvieran juntos todo el día,  siempre era demasiado amable con ella. ¿Serían aquellas algunas señales?

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-Sweethazelnut.


Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora