42. La propuesta de Blodin

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Se reincorporaron a las clases normales, nuevamente, comenzaron a pasar las semanas y el invierno estaba llegando a su fin. Esmeralda seguía sin prestar ni un gramo de atención a las sesiones con la profesora Clovery; Kimiosea y Naudur estaban más juntos que nunca; sus clases de Equitación eran maravillosas, cada vez se volvían mejores y se encariñaron muchísimo más con sus caballos.

Era una clase con el profesor Piuick, les  había pedido clase atrás que inventaran un poema de tarea. Todas estaban escribiendo sus cinco poemas favoritos cuando el profesor llamó a Kimiosea.

—Señorita Bénel, extraordinaria su capacidad literaria, la manera en la que arma sus poemas, es... Especial —felicitó el profesor sonriendo—. ¿No has pensado en dedicarte a esto?

—No lo sé, es la primera vez que lo hago, pero no le negaré que me agradó la experiencia.

—Muy bien, si desea ayuda, aquí estoy para usted, señorita.

—Gracias.

Kimiosea había disfrutado mucho el proceso de escribir un poema, al parecer, lo había hecho muy bien. Pensó un momento si deseaba ser poeta en vez de dama de compañía, pero sería un desperdicio si tardó tanto ahorrando para el Coralli y terminara siendo otra cosa. Alejó el pensamiento de su cabeza y continuó con aquel día de clases. 

Caminaban rumbo a las caballerizas en sus horas libres para comer, cuando una chica de primero le dijo a Nereida que la llamaba el profesor Blodin, la muchacha se despidió de sus amigas y caminó hacia la escuela extrañada, las demás continuaron su camino.

—¿Cómo te ha ido en tu trabajo, Esmeralda? —preguntó Shinzo mientras subía a Damina.

—Bastante bien, al principio fue una tortura, realmente, pero ahora me estoy acostumbrando y el fin de semana iré a comprar ese paquete de cartas para escribirle a mi madre —contestó la muchacha acariciando a Situani.

—Me alegro por ti, pero recuerda que el día de la correspondencia se acerca, debes escribirle lo más pronto posible a tu madre —dijo Kimiosea mientras comenzaba a avanzar lentamente con Armania.

—Lo haré, Kimiosea... Oye, Shinzo, jamás hablamos bien de lo de Dimitri.

—¿Qué quieren que les diga?

—¿Te... gusta? —preguntó cautelosa Kimiosea.

—No lo sé, me hace enojar mucho, pero siento... Extraño cuando dicen su nombre, no lo sé —explicó Shinzo bajando la mirada.

—Quedarían genial juntos —insinuó Esmeralda y las demás sólo sonrieron.

Nereida no sabía qué era lo que quería el profesor, sólo sabía que se trataba de su padre, sin más entró al salón a dónde la condujo la chica de primero.

—Ditón... ¿Y si te dijera que no quedarías desamparada delatando a tu padre?

—¿A qué se refiere?

—Delátalo y yo te prestaré la casa que dejó mi hermana, vivirás tranquila, sola y te daré una mensualidad, también te pagaré la escuela hasta que la termines, yo...

—¿Para qué gastar tanto en una desconocida?

—¡Quiero vengar a mi hermana! —gritó el hombre golpeando su puño contra el escritorio—. Nada me la devolverá pero, al menos se impartirá justicia.

—No lo sé, debo pensarlo, es algo muy importante... Pero necesito que usted sea paciente, deme tiempo, por favor —dijo la chica y caminó hacia la salida.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora