46. Nuevos planes

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Los meses comenzaron a pasar uno tras otro, el verano estaba ya a la vuelta de la esquina, ni Nereida ni Iniesto habían cruzado una sola palabra en mucho tiempo; el profesor Blodin se había reunido más de una vez con Nereida para discutir lo que tendría que decir ese día. La chica platicó con sus amigas, les dijo que si todo resultaba como lo planearon, su padre terminaría como prisionero y ella podría ocupar la casa de la hija del profesor, en aquella encantadora región: Noif.

Cuando aquella semana llegó, Nereida despertó muy temprano a sus amigas. Blodin había arreglado todo para que la chica se fuera con él una semana a Ífniga, un pequeño poblado en la región de Gueza.

Las muchachas se quedaron todo ese tiempo pensando en su amiga, esperando que todo hubiese salido bien, ya que sabían que si no le creían a ella podrían llevarla prisionera por inventar calumnias de tal magnitud.

Nereida no habló con el profesor en todo el camino, se la pasaba imaginando qué diría su padre cuando la viera ahí, declarando en su contra. No sabía si sentirse bien por su madre o mal por su padre, porque, de una manera u otra, el hombre continuaba siendo eso, su padre.

Cuando llegaron al pequeño castillo pidieron de inmediato que la corte de Sífnigas los escuchara. La muchacha se quedó nerviosa cuando les autorizaron la pequeña audiencia, todos la miraban con sus ojos penetrantes. Se sentía como un pequeño ratoncito entre un montón de gatos hambrientos. Cerró los ojos y respiró muy hondo antes de comenzar a decir lo que sabía.

 Los Sífniga comenzaron hicieron gestos de sorpresa al escuchar los hechos atroces que había cometido el hombre. Les dijeron que al final de la semana les darían el veredicto. Blodin no dijo mucho en ese tiempo.

Nereida no vio a su padre en ningún momento, pero podía sentir el ajetreo que había en el castillo y a sus alrededores, la intriga la estaba matando. Si lo declaraban inocente ella terminaría en los calabozos, pero si no, su padre sería el desafortunado. No tuvo más remedio que esperar.

Los días se empezaron a hacer largos y más largos, hasta que llegó el momento en el que llegaría Nereida, esperaron ansiosas su llegada, estaban tan angustiadas. Cuando menos lo esperaban su amiga entró por la puerta con una gran sonrisa en la cara.

—¡Lo logramos! ¡Nos creyeron! —gritó emocionada la chica.

—¡Es increíble! ¡Muchas felicidades! —dijo Kimiosea abrazándola.

—¡Lo sé! Y les quiero proponer algo... Quiero que todas pasemos el verano en mi nueva casa en Noif, ¿les parece?

—¡Por supuesto! —contestó Shinzo.

—No lo sé, mi madre me esperaba —comentó Esmeralda.

—La mía también —secundó Kimiosea con ojos tristes.

—¡Vamos, chicas! —pidió Shinzo sonriente.

—No lo sé, es que estábamos tan emocionadas yo...

—Lo entenderá, amiga, además es posible que ya no nos veamos para cuando nos graduemos —insistió Shinzo.

—Nos falta una eternidad para graduarnos —rió la chica y sus amigas le sonrieron—. De acuerdo, pero me deben una.

—¿Qué dices tú, Kimiosea?

—No quiero quedarme sola en el carruaje a Lizonia —dijo sonriendo la rubia chica y todas las amigas se abrazaron.

Esmeralda y Kimiosea se dedicaron de inmediato a escribirles a sus madres para anunciarles la noticia. Se estaban un poco tristes porque no pudieron ir a la excursión a Alúan y, ahora, no podrían ir tampoco a visitarlas durante el verano, pero aún así se seguían sintiendo emocionadas de pasar unas relajantes vacaciones en Noif.

Kimiosea quedó de verse con Naudur en los puentes que atravesaban aquel hermoso lago que poseía la escuela. La chica decidió no contarle la razón por la cual Nereida ahora tenía una casa, pero lo que sí le contó era que pasaría el verano ahí con el resto de sus amigas. Solían verse al final de las clases normales, ya que los amigos de ambos se encontraban en tutorías, asesorías y demás, así que podían pasar toda la tarde juntos. 

Comenzaba a anochecer y se encontraban sentados en el puente conversando, el tiempo se les pasaba muy rápido cuando estaban juntos. Estaban compartiendo anécdotas cuando vieron pasar a dos mariposas color verde lima, volaban muy pegadas una de otra, hasta que se posaron cerca de los muchachos.

—Mira, son «Mariposas Flechazo» —dijo Naudur señalándolas.

—¿Flechazo?

—Sí, siempre están juntas, se dice que son los espíritus de las parejas que se quisieron mucho —relató el muchacho y la chica se rió —. No te rías, hieres mis sentimientos —bromeó Naudur—. También hieres los sentimientos de las mariposas, ¿crees que vinieron de tan lejos para que te rieras de ellas?

—Son tan hermosas —dijo al fin entre risas la muchacha.

—Creo que... Cuando estoy contigo no quiero ser Encinel —expresó el muchacho y la chica paró de reírse.

—¿Por qué? No digas eso, eres increíble, tú...

—Quiero ser mariposa... Contigo. —El chico se empezó a inclinar hacia Kimiosea y le dio un dulce beso, la muchacha se quedó paralizada y sólo pudo sonreír.

Los dos chicos regresaron a sus respectivos dormitorios volando entre nubes. Se quedaron pensando el uno en el otro, Kimiosea, al ser una persona tan romántica, siempre imaginó conocer a alguien tan especial como Naudur. Era el chico perfecto para ella y viceversa. Su cuento de hadas había comenzado, así que miró las estrellas por la ventana y se quedó deseando que siempre estuvieran juntos.

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-Sweethazelnut.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora