Capítulo 14: Cuestión del deber

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Capítulo Catorce: Cuestión del deber

El vaso quemaba, pero a Henry no le importó. Abrió la puerta del despacho con un pie y dejó sobre el escritorio de su compañera los informes del análisis y el café recién hecho.

Julia levantó la vista de la pantalla del ordenador y observó desconcertada a su compañero.

―Tenías razón ―le dijo él―. Siempre la tienes.

Ella tomó en sus manos el informe y lo leyó rápidamente.

―¿Esto es…?

―Sí, hay lejía en la muñeca. Concretamente en sus manos, no hay nada en el resto de ella.

Julia guardó silencio. Se sentía satisfecha interiormente, estaba convenida de que ese sería el resultado. Mas había algo en su interior que no estaba del todo conforme.

Acercó el vaso de café a su boca y tomó un sorbo. Tras relamerse los restos de espuma que se había quedado sobre sus labios, dijo:

―En ese caso habrá que hablar con la señora Reynold.

Montaron de nuevo en el coche. Lo habían hecho tantas veces que era reiterativo hasta la extenuación; trabajaban en comisaría, descubrían algo, conducían al hogar de los Reynold, descubrían algo, regresaban a comisaría. El viejo coche de Julia tendría tantos kilómetros como si se recorriera el mundo cada fin de semana.

Cuando la inspectora estaba a punto de poner en marcha el coche, recordó algo.

―He olvidado una cosa, en seguida vuelvo.

Y Henry quedó solo en el coche. En otras circunstancias se habría quedado quieto hasta que su compañera regresara, pero algo en el coche llamó su atención: la guantera no estaba cerrada por completo.

Se dijo que no debía hurgar en pertenencias ajenas. Se dijo que no era recomendable enfadar a Julia Brown; aún más. Pero su curiosidad era mayor que sus remordimientos.

La abrió.

Encontró una funda para gafas de sol, una barra de labios, crema de manos y algún que otro trasto sin importancia. Pero lo relevante era un descolorido periódico doblado por la mitad.

«Este es el momento de dejarlo y salir indemne ―pensó».

Hizo caso omiso a su propia conciencia.

Desdobló el periódico y le echó un vistazo. Se trataba del periódico local, que databa del 19 de agosto de 1997. Una noticia ocupaba la portada, cuyo titular rezaba:

 «Detenido en Mayburg Valley».

Henry siguió leyendo:

«La pasada madrugada James Brown, diputado de Mayburg Valley, quedó detenido por…»

―¿Qué estás haciendo? ―interrumpió su lectura la voz de Julia, quien había vuelto con unas esposas en su cinturón.

Henry se apresuró a guardar el periódico en la guantera.

―¿Estabas cotilleando mis cosas? ―preguntó indignada.

―¡No! Bueno… sí.

―No vuelvas a hacerlo nunca más.

Henry calló, sabía que esa era la decisión más sabia. Julia por su parte se sentó tras el volante y fijó la mirada en el cristal del parabrisas.

―¿Estás bien? ―le preguntó Henry.

La inspectora hizo un gesto como quien bebe de un vaso de vinagre y negó con la cabeza.

―No ―dijo.

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