√. 013.

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Pov. Rina

-Esta vez vengo por un hombre herido que no sana. Esperaba que pudieras hacer algo.

Alcé mi vista hacia los chicos que portaban al herido y me topé con lo peor. El cuerpo del hombre estaba casi inerte, pude ver que habían intentado arreglar la herida pero ésta se abría cada vez más. Lo peor de todo era la perdida de sangre, seguramente no le llega para mantener la compostura ni comunicarse.

-Llevadlo dentro - ordené -. Tú, espera -me dirigí al Cápitan -.  Sabes en qué estado traes a tu camarada,¿ verdad?-asintió, iba a hablar pero le corté -.  ¿Sabéis sí tiene habla?

-No llega a decir palabra alguna, cuando quería algo se le escuchaban algunos sollozos y murmullos...

-A tu camarada le quedan pocas horas de vida, no le llega la sangre a la cabeza esto provoca la perdida del habla entre otras cosas -bajó su mirada -. Intentaré salvarle de su negro futuro pero no me pidas que lo devuelva a como estaba antes, ya sabes lo que cuesta hacer un trato por una vida -  posé mi mano sobre su hombro -. Ahora voy a ir a dentro, saca a todos tus camaradas y esperad aquí.

Después que todos sus compañeros estuvieran fuera comencé a tratarle, inspeccionando la enorme apertura que tenía en el abdomen.

-Esto no está bien, ¿por qué esperaron tanto en traerte?

Comencé a mezclar varios líquidos que me ayudarían a limpiarle, pero paré en cuanto noté una presencia en la habitación.

-Sé que estás ahí, ¡¿No dije que no quería a nadie aquí dentro?! -utilicé mis poderes para desplazarme y me posicioné detrás de la niña la cual observaba a su compañero desde detrás de una de mis estanterías-. ¿Qué haces aquí, pequeña?- la niña al escucharme se sobresaltó haciendo que la estantería se balancease un poco.

-Lo siento...no quise entorpecer su labor pero-

-¿Eres la qué lo ha tratado durante todo este tiempo?- pregunté mientras volví a mi paciente

-Así es...

-Interesante, siendo tan joven me sorprende que hayas podido mantenerlo con vida. Pásame las raíces que están detrás -ordené, ella dudó un segundo pero en cuanto la miré captó el mensaje en seguida-. Ya que sabes de esto dejaré qué me ayudes, pero... - posé mis ojos en los suyos -. No debes decirle a nadie lo qué pase aquí dentro, sólo dejo que estés aquí porque veo potencial en ti, nada más -. dudó un segundo en si asentir o decir algo, en lo que yo me avancé a sus pensamientos -. Y si te atreves a contar algo o robar lo que sea o maquinar algo contra mí, nunca olvides que te puedo quitar la vida en un chasquido de dedos - le sonreí -. No te asustes, sólo sé buena y mezcla en esa olla los tres envases que tienen la tapa de color.

Tenía poco tiempo si quería salvarle.
No me queda otra.

- Aléjate niña.

Tui gratia Iovis gratia sit cura.

Poco a poco fui pasando mis manos por su cuerpo.

Losa Sársauka. Lækna Sár ¡Látum Lausa Draco Sanguinem!

De pronto el chico abrió los ojos pero no respondía a mis palabras, había conseguido salvarle pero no lo pude volver a dejar como antes, ahora no podrá volver a valerse por si mismo. Solté un suspiro y me dejé caer en una silla.

-¡JiMin!, ¿¡me escuchas, JiMin!?, ¡JIIMIN!

-¡Quieres callarte! - grité haciendo que cesase su escándalo innecesario -.  Sí que te escucha pero no puede responderte -me levanté y agarré el brazo del chico y lo dejé caer en el sitio -. ¿Ves? Está vivo pero no responde físicamente. Ahora cállate mientras pienso en una solución.

-¿Pero cómo puede ser eso? Entonces sus músculos y extremidades están paralizados, pero... -añadió tomándole el pulso -... su sangre bombea por sus venas, es como si lo hubieran anestesiado.

-Debo admitir que estoy sorprendida con tu conocimiento.

-Gracias  -respondió sonrojándose.

-Aun así, no tengo intenciones de dejarlo en este estado - me dirigí a la ventana y miré a los camaradas que esperaban -. No puedo sabiendo que hay alguien que lo ama.

-Pero ¿Cómo lo va a hacer? No existe cura para esto en los libros.

-En tus libros no, pero en los míos si que existe, pequeña - le dediqué una sonrisa -. ¿Estarías dispuesta a dar tu vida por un ser querido?- asintió sin ni siquiera pensarlo-. ¿Aunque no sea de tu sangre?

- Por supuesto - cada vez me gustaba más ésta niña, me recordaba a mí cuando era pequeña.

Me aproximé a la estantería donde estaban todos mis grimorios, toqué uno por uno con la yema de mis dedos hasta dar con el indicado.
Lo dejé caer encima de la mesa y pasé una mano por encima de este para abrirlo por la página correspondiente.

- Bien. Dame tu colgante.

-¿Este?- preguntó apretando la sortija con fuerza.

-- afirmé con mi mano tendida preparada para cogerlo - Voy a juntar vuestras vidas en un sólo objeto, ¿estás de acuerdo con eso?

Thalassa // K.VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora