El ahora

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Lo admito, éramos discordia, un poco de lejanía y burlas entre señas escondidas,
juro que renegué mil veces su inexistencia en mis pensamientos, ella era tropiezo que no arriesgas en dos partidas, eso era ella.

Luego sólo era sorpresa, tranquilidad, seguridad en la inseguridad de cada palabra, ella era juego, era armonía que distraía mi vida con una chispa de valentía y riesgo, ella era sutileza, una de esas mujeres que muy rara vez encuentras, con actitudes desafiantes, susurro de nobleza, era despampanante su forma de agradar en cada conversa, algo ingenua pero calculadora, eso era ella, pero luego todo se tornó armonía, si, luego de varias caídas aprendimos a querer, porque en cada ósculo entregábamos versos que se cantaban bajo el ritmo que nuestros pechos mantenían, en medio de la negación, aceptábamos que el juego quebrantaba las reglas que en un inicio limitaban las sonrisas, éramos libres de la rigidez, razonábamos y justificábamos cada estación, aún no sé cómo explicar el cambiar de mi sonrisa cuando la veo distraída, aún no sé describir el descontrol de emociones cuando bajo sus brazos el calor que me acobija me inestabiliza , aún no comprendo tantas cosas que de solo pensarla puedo detallar una y mil veces su sonrisa, mi mejor obra es la que he creado en sentimientos para su estadía, y ella solo sigue siendo armonía.

Hay decisiones que reflexionan en desgracias, pero en cada una de nuestras caídas, es la fortaleza que construye lo que aún nos falta, vida mía. Eso era ella. Eso es ahora. Mi refugio de mañana noche y día .

Siempre marcianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora