Capítulo 8.

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-¡Son ellos! – escuchamos que alguien gritaba.

-¡Alumbradlos! – ordena la potente voz de Eric y al momento una bengala consigue iluminar levemente la zona.

Me pongo en pie rápidamente y agarro mi arma con fuerza.

-Corre. – masculla Peter antes de salir a apoyar al resto del equipo.

Avanzo detrás de él, a escasos metros de distancia, pero me detengo para protegerme contra un muro de un disparo que pasa cerca. Alguien debe de haber disparado a mi atacante porque este no vuelve a dar señales de seguir al acecho.

Vuelvo a asomarme levemente y observo el panorama sin saber qué diablos hacer ahora. Visualizo a Peter a lo lejos; no está en primera línea de fuego, no es un suicida, pero tampoco se queda atrás. Está decidido a atacar y, si él lo está, yo también lo estoy.

Cuatro y su grupo lo han hecho bien; a pesar de que no sé cómo han conseguido dar con nosotros tan pronto, debo reconocer que han planeado una buena estrategia que nos ha metido en apuros. Veo a Eric a lo lejos junto a un par de iniciados osados más de nuestro grupo. No muy lejos de ellos está Al, protegido tras un muro mientras que sus manos casi tiemblan.

Decidida, salgo de mi pequeño escondrijo y avanzo hacia Eric, disparando a uno de los iniciados del equipo contrario que está a punto de dispararle a él. Aun así, Eric está demasiado ocupado como para prestarme atención. En pocos minutos, la chica que está a mi lado es eliminada y el otro chico cae poco después cuando Eric lo utiliza como escudo para seguir disparando.

Los ruidos de balas son cada vez menores, lo que quiere decir que los del equipo contrario también son cada vez menos. Me alegra saber que no es solamente mi equipo el que está perdiendo integrantes.

Un grito desgarrador consigue que mis ojos choquen con los de Al, quien tirado en el suelo se retuerce de dolor con una de las balas en el pecho. Al momento, visualizo a la chica del equipo contrario que le ha herido y logro eliminar sin mayor dificultad. Mis ojos chocan con los llorosos de Al, quien me dedica una mirada de pena como si rogara por ayuda, pero no me acerco.

¿Por qué debería hacerlo? Al ni si quiera ha luchado, tan solo se ha escondido como un cobarde hasta que le han descubierto.

"Es tu amigo" – susurra una voz en mi cabeza, como si fuera mi conciencia, pero aun así me niego. Si al menos se hubiera esforzado, si hubiese salido a apoyar a nuestro equipo, tal vez sería diferente.

-Esto no ha acabado todavía. – gruñe Eric sacándome de mis pensamientos. Me asomo con cuidado para ver como Cuatro y él se debaten en un duelo mortal, siendo así los únicos que quedan en pie aparentemente.

Esta no es mi guerra. Por los ojos encolerizados de Eric puedo entender que él anhela el placer de disparar a Cuatro, de vencerle, y yo no tengo por qué seguir ahí. Entonces es cuando una nueva duda aparece en mi cabeza: si el juego todavía no ha acabado, ¿quién más queda?

Gracias a que el terreno está mucho más despejado, puedo acercarme hacia la zona en la que se encuentra nuestra bandera escondida. Si todavía queda alguien intentando cogerla, tengo que protegerla. El silencio que reina se rompe debido a un hostil grito masculino y no puedo evitar que se me hiele la sangre al distinguir que se trata de la voz de Eric. Finalmente, ha perdido contra Cuatro.

El ruido de pasos seguidos de unas voces logra ponerme alerta y en cuestión de segundos me refugio tras una de las grandes cajas metálicas cercanas. Haciendo el menor ruido posible, me asomo para descubrir a Christina, la cual mira hacia todos los lados, nerviosa, posiblemente en mi misma situación.

One choice | Peter HayesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora