ESPECIALES #3

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ESPECIALES #3

- ¿Por qué a mí, Cuatro? – insisto.

- Creo que la respuesta a esa pregunta la sabes tú mejor que yo.

Llevo mis manos a mi rostro y lo cubro por completo, ahogando un quejido. Cuatro me observa pacientemente con los brazos en jarra.

- A mí me hace tan poca gracia como a ti, Amy, pero es el acuerdo al que llegamos con el resto de facciones.

Se concretó que en los juicios se decidiría el grado de culpabilidad de cada implicado y entonces se establecería el castigo correspondiente. Algunos habían sido penalizados con la expulsión de la facción; séase, que eran abandonados. Otros tan solo tenían una leve sanción. El más grave de los castigos y que solo iban a recibir unos pocos era la muerte. Entre esos condenados estaban Max y Eric, debido a que la infracción que habían cometido era demasiado grave y ellos demasiado peligrosos como para dejarlos en libertad como abandonados. No pueden arriesgarse a que un enfrentamiento de estas magnitudes se repita.

- Hemos insistido en que cambie su petición, pero se niega en rotundo. – continúa Cuatro. – Pero si no quieres, hablaré con el resto de los líderes de las otras facciones y buscaremos una solución.

- No hace falta. Iré a verle.

- ¿Estás segura?

- En absoluto.

Es insultante que Eric siga despertando tal miedo en mí y el resto del mundo tampoco tiene por qué saberlo. Además, no me apetece complicar las cosas tan solo por no ser capaz de verme cara a cara con él.

Aunque Cuatro tampoco parece convencido por mi respuesta, asiente:

- Será mañana a las diez.

Después de que Tris hubiera detenido la simulación de Jeanine y por su esfuerzo y sacrificios, le concedieron algo así como un pase de honor. Sigo sin estar muy segura de lo que significa, tan solo tengo claro que se saltó el paso de elegir una profesión dentro de Osadía. Supongo que las heroínas ni si quiera tienen que trabajar.

Uriah optó por un puesto como líder; Lynn ayudaría a Tori en la tienda de tatuajes; y Marlene estaba en la sala de ordenadores. Peter, a pesar de su quinto puesto, pudo elegir ser parte de los líderes. Por duro que suene, la realidad es que la mayoría han sido penalizados por ayudar en la guerra contra abnegación y, obviamente, destituidos de su puesto. Líderes es precisamente lo que más falta hace; pero dependerá de Cuatro quien, con el tiempo, alcance una plaza fija.

Christina entra por la puerta del comedor y se despide de Marlene con una pequeña sonrisa pues trabajan juntas en la sala de mandos. Pese a la fama de aburrido que tiene ese puesto, Christina insistió en que necesitaba un trabajo que la mantuviese distraída. Ya he cogido su bandeja con la cena, como siempre, así que acude para sentarse enfrente mío. Ni si quiera ha dado un bocado cuando me pregunta por Eric y yo le resumo brevemente mi charla con Cuatro. Tiene preguntas que hacerme, pero se contiene cuando le advierto que no quiero hablar del tema.

- ¿Alguna otra cosa que quieras contarme? – me pregunta.

- Sí.

Sus ojos se iluminan, pero se llenan de rencor en cuestión de segundos. Al momento Tris pasa por nuestro lado con el mentón bien alto y sigue adelante dejando un rastro abrasador de orgullo. Se sienta en una de las mesas más alejadas que se encuentran vacías. No tiene demasiados amigos en el complejo, ni si quiera conocidos, pero parece disfrutar de su soledad. Cuatro es su única y exclusiva compañía. De cualquier forma, no parece importarle. Al menos por fuera. Con esa actitud jamás hará las paces con Christina.

One choice | Peter HayesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora