Capítulo 2.

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Los gritos de Cuatro resuenan en mi cabeza y me veo obligada a abrir los ojos. Sin duda, ha elegido la forma menos agradable del mundo para despertarnos. Lo primero que veo es el rostro de Peter, con el ceño fruncido seguramente por la brusquedad con la que le han cortado el sueño. Antes de que aparte la vista de él; el chico abre los ojos y estos chocan contra los míos, sobresaltándome. Su mirada es profunda, intensa. Aun así, aparto rápidamente la mirada y me levanto para vestirme al igual que el resto de iniciados.

El desayuno transcurre casi en completo silencio. Todos hemos descansado poco y ponemos todo nuestro empeño en no caer dormidos encima del plato. Tan solo seis horas de sueño no son suficientes para reponerse de tan ajetreado día como el de ayer. Después, caminamos hasta la sala de entrenamiento para recibir la que será nuestra primera lección. Mientras avanzo levemente por detrás de Will y Al, siento como alguien me coge por el codo, pegándome a lo que deduzco que será su pecho.

-Deberías disimular más si piensas ir por ahí observando a la gente mientras duerme. – susurra Peter cerca de mí oído. Antes de que pueda reaccionar si quiera, el chico se abre paso entre el grupo, alejándose.

De cualquier forma, casi prefiero que se haya marchado porque así le habrá sido imposible ver cómo me sonrojo con su estúpido comentario.

-Es sencillo. Durante estos próximos días entrenaréis duramente y al final del día recibiréis una puntuación que se utilizará para clasificaros. – nos explica Cuatro mostrando una tabla con el nombre de todos nosotros. – Se entrenará por separado a los nacidos de Osadía de los trasladados, pero se os evaluará juntos. Si al final de la iniciación no habéis superado el corte, estaréis fuera.

Los murmullos comienzan. Todo había ido bien; al menos hasta la última frase.

-¿A qué te refieres con estar fuera? – cuestiona Christina. Empiezo a notar que es de Verdad porque  nunca puede quedarse callada.

-Significa que estaréis fuera de Osadía, seréis abandonados. – explica Eric adelantándose, impasible.

-Espera, ¿qué? – dice Al, exaltado. – ¿Por qué no se nos había informado antes de eso?

-¿Si te lo hubieran dicho no hubieras elegido Osadía? ¿Por miedo quizás? – inquiere. – Si es así, ya puedes marcharte. Vosotros nos habéis elegido a nosotros, ahora seremos nosotros los que os elijamos.

Mi garganta se seca ante las palabras de Eric. No sabía que tenía que pasar ningún tipo de prueba para entrar aquí, y ahora que soy consciente no sé si me motiva o si me aterra.

Cuatro explica cuatro movimientos básicos de piernas, codos y brazos antes de dejarnos entrenar. Lo primero que hacemos es luchar contra sacos de boxeo para practicar las técnicas de Cuatro, pero las fieras palabras de Eric y su simple presencia hacen mella en nuestro entusiasmo. Quizás estaba equivocada al pensar que no tenía por qué temerle.

La cuenta atrás para decidir quiénes son los desafortunados que abandonarán Osadía comienza ahora; y nadie quiere quedarse fuera de la facción.

Tengo que reconocer que mis músculos son escasos, pero aun así golpeo el saco con toda la fuerza de la que dispongo. Diablos, he pasado dieciséis años rodeada de paz, ¿cómo se supone que debo luchar de repente? Ahora soy una osada, jamás perteneceré a Cordialidad de nuevo; soy consciente de ello y repetírmelo a mí misma tras cada golpe resulta la única forma de motivarme.

Con el final de la clase, llega la hora de los primeros combates a pesar de que Cuatro ha asegurado que no estamos preparados. Eric es el que manda aquí y, por tanto, él es el que tiene la última palabra.

One choice | Peter HayesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora