Capítulo 12.

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-¿Y así es como nos recompensan después de terminar la primera etapa? – cuestiona Christina bajando otro de los sacos del camión y alejándose.

Esa mañana nos habían llevado a las granjas de Cordialidad para, según parece, ayudar a transportar los sacos de cultivos. Uno de los sacos cae con brusquedad sobre la parte trasera del camión sobre la que estamos subidos y, cómo no, tiene que ser culpa de Peter.

-Podrías tener más cuidado. – masculla Will, pero tan solo recibe una mirada indiferente por parte del moreno.

-¿Y qué pasa contigo? – comenta Peter dirigiéndose a mí. A pesar de que intento mirarle lo menos posible, no puedo librarme de sus malditos comentarios. – ¿Echas de menos a tu antigua familia?

Le fulmino con la mirada mientras dejo otro de los sacos en el suelo de la camioneta. Le odio, le odio más de lo que pensaba. Antes de que pueda responderle, una voz más grave se me adelanta.

-Ponte a trabajar y cállate, Peter. – le ordena Cuatro de brazos cruzados al lado del camión. – Si quisiéramos oír tus comentarios nos podríamos haber quedado en el complejo.

Peter clava sus ojos en los de Cuatro, como si de un momento a otro fuera a asesinarle con la mirada, pero este se mantiene impasible. Sin decir nada más, el moreno recoge otro de los sacos y se marcha. Espero que sea lo más lejos posible.

Suspiro y asiento agradecida en dirección a Cuatro antes de que este también se aleje. Podría haberme defendido yo sola, pero sienta bien que alguien con autoridad ponga a Peter en su lugar.

-¿Qué diablos le pasa a ese chico? – pregunta Uriah, el cual comparte el camión con Will y conmigo. Ahora que me doy cuenta, estábamos manteniendo una conversación fluida hasta que ha llegado Peter y ha cortado cualquier ambiente amistoso entre nosotros.

-Peter es así. – bufo, molesta, como siempre que se habla de él.

-Así de imbécil. – puntualiza Will arrebatándome una carcajada.

*

Estoy harta de cargar y transportar sacos. Prefiero mil veces entrenar en el complejo de Osadía que venir aquí a hacer esto. No quiero pensar en cómo habría sido mi vida si me hubiese quedado en Cordialidad. Lo cierto es que de solo imaginarme trabajando en los cultuvos día sí y día también me da naúseas.

En cuanto levanto la mirada para pasarle un saco a Al cuando llega a los pies de la camioneta, mis ojos chocan con con un grupo de cordiales y me detengo por completo durante largos segundos. Sé que Al me mira extrañado y noto de reojo cómo llama la atención de Will para, al momento, observarme ambos. No obstante, continúo con la vista clavada en uno de los camiones de Cordialidad, más concretamente en la gente que hay en él, hasta que se aleja definitivamente.

-¿Los conocías? – me pregunta Will en cuanto reacciono y vuelvo a coger el saco.

Intento mantener la vista fija en mi trabajo mientras que Will me escudriña con curiosidad. Sin embargo, Al también está observándome con los brazos apoyados en uno de los sacos de la parte trasera, esperando a que responda. Incluso Uriah, que es el único que parece seguir trabajando, noto que está pendiente de mí.

-Esos cordiales me estaban mirando.Como si sus ojos me agujerearan acusadoramente. – digo para calmar la curiosidad de los tres. Ni que fueran eruditos. – Los conocía de las clases, algunos iban al mismo año que yo y otros eran un par de años mayores.

-Pensaba que en Cordialidad, con todo ese royo de la amabilidad, no podías enfadarte con nadie. – comenta Will.

-En todas las facciones te consideran un traidor si te trasladas. – apunta Uriah. – No creo que Cordialidad sea una excepción.

One choice | Peter HayesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora