Sabía que no era la hora de la cena, que aún quedaban un par de horas, pero no pensaba quedarme en esa cama de hospital ni un minuto más. Cuando cogí mis cosas y salí por la puerta nadie me puso ningún impedimento; seguramente en Osadía todos podían hacer lo que les diese la gana, más o menos.
Siento el cuerpo adolorido con cada paso que doy, pero se puede decir que era buena fingiendo que no. De camino a los dormitorios, me cruzo con la imponente figura de Eric acercándose hacia mí por uno de los pasillos que siempre recorro. El corazón se me acelera y mis dedos se enfrían por los nervios, sin embargo, él pasa a mi lado sin si quiera detenerse; sin si quiera mirarme.
No puedo evitarlo y me detengo, clavando mis ojos en su espalda mientras Eric continúa alejándose. ¿Qué demonios hace? ¿Por qué no me ha parado?
-¿No piensas decirme nada? – pregunto antes incluso de ser consciente de lo que estoy diciendo. Lentamente, Eric se detiene y se gira hacia mí, indiferente.
-¿Me hablas a mí?
-No veo a nadie más en este pasillo.
Enredo mis dedos para disimular el nerviosismo que siento a la vez que Eric retrocede unos pocos pasos para acercarse hasta donde yo estoy clavada hieráticamente en el suelo. ¿Por qué diablos he tenido que hablar?
-¿Qué es lo que quieres que te diga, iniciada? – cuestiona con seriedad, como si nunca antes me hubiese hablado más que en los entrenamientos, y eso consigue que mi sangre hierva.
-¿Me felicitaste por haber mejorado y ahora actúas como si ni si quiera supieses mi nombre?
-Es mi deber como instructor animar a los iniciados.
-Pero no lo haces.
-Eso es problema mío. – espeta dándose la vuelta con la intención de alejarse de nuevo.
-¿Por qué me pusiste a pelear contra Peter? – pregunto. – Sabías que me daría una paliza. Lo hiciste a propósito. – añado ganándome su atención por segunda vez.
-El dolor te enseña.
-No, no lo hace. – niego, fulminándole con la mirada.
Repentinamente, Eric avanza hasta obligarme a pegar la espalda a la pared mientras él se coloca delante de mí amenazantemente. Pero no sería capaz de hacerme daño, ¿verdad?
Eric lleva su mano hasta mi mejilla y coloca su dedo pulgar sobre el moratón verdoso de mi pómulo, sin embargo, no me quejo. Aprieto mis dientes para evitar que cualquier quejido escape entre mis labios.
-El puñetazo que te ha dado te enseñará a protegerte la cabeza con más cuidado. – masculla para después colocar su mano en mi tripa. – Los golpes en el torso cada vez dolerán menos, incluso si no consigues esquivarlos. – prosigue y esta vez enreda su pierna con la mía. – Y con cada vez que te dejen inconsciente, aprenderás a no dejar que te tiren tan fácilmente.
En cuanto sus palabras terminan, Eric mueve su pie y noto cómo pierdo el equilibrio. Como si se tratase de un acto reflejo, me aferro al cuello de su chaleco para, en cuestión de segundos, apoyar el otro pie y conseguir mantenerme en pie.
En cuanto puedo pensar en lo que está ocurriendo, me suelto de su chaqueta y me alejo un par de pasos empezando a sentirme incómoda. Al momento, Eric sonríe levemente sin mostrar los dientes, como si tan solo fuese una sonrisa cínica, y probablemente así sea.
-Bien hecho, iniciada. – añade antes de pasar a mi lado y continuar con su rumbo.
Me quedo observándole hasta que se pierde en la distancia. Cuando vuelvo a encontrarme sola en aquel pasillo, decido retomar mi camino hasta los dormitorios. Estoy feliz, demasiado. Tal vez Eric, por la extraña razón que sea, de verdad esté intentado ayudarme, a su manera al menos. A pocos pasos de la puerta, las voces llaman mi atención y la curiosidad me hace acercarme más rápido de la cuenta hasta la entrada para ver qué está ocurriendo dentro.
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One choice | Peter Hayes
FanficCordialidad. Erudición. Verdad. Abnegación. Osadía. Que no te engañen, a veces arriesgarse vale la pena. Sólo a veces. Y si no lo hace... Bueno, si no sale bien posiblemente lo pierdas todo. 3/3/2019 ➞ #1 peterhayes #1 milesteller #1 divergente 18/3...