Capítulo 1.

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Hoy es el día. Esta misma mañana todos los chicos y chicas de 16 años elegiremos el resto de nuestras vidas. Todas las familias están sentadas en las bancadas divididas por facciones mientras llaman uno a uno a sus hijos. Puedo notar los nervios de cada uno de nosotros a flor de piel; ayer habíamos pasado por el test que nos diría con qué facción tenemos más afinidad, ahora todos guardábamos un secreto y pronto deberíamos decidir.

Por si la tensión del momento fuera poca, la seriedad y la frialdad de Jeanine Matthews, líder de Erudición, consigue ponerme los pelos de punta mientras da su discurso inicial; y seguramente no soy la única a la que le ocurre. No es fácil para ninguno de nosotros tener que elegir dónde queremos pasar el resto de nuestras vidas. Como lema en nuestra cabeza debíamos tener "la facción antes que la sangre" pero, ¿de verdad estamos dispuestos a alejarnos para siempre de nuestra familia?

Noto las palmas de mis manos sudorosas y mis dedos helados; sé que llevo mucho tiempo esperando este momento, pero ahora es más complicado de lo que pensaba.  Todo son muecas y susurros entre los iniciados. Un corte en el lado interno de la mano y unas gotas de sangre cayendo sobre uno de los cinco boles decidirán mi futuro de ahora en adelante.

-Amy Ross.

Le dedico una pequeña sonrisa a la chica que tengo sentada a mi lado y me levanto al escuchar mi nombre. Es mi momento. Es ahora o nunca.

Cientos de ojos están puestos en mí, tal vez por eso puedo cortar mi mano sin problema, y tras echar una rápida mirada a todos los boles dejo que la sangre que resbala caiga sobre las brasas ardiendo.

-Osadía.

La facción que he elegido estalla en gritos mientras me dirijo hacia ellos. Paso la mirada por la bancada de Cordialidad, mi hogar, y a pesar de las pequeñas sonrisas que me dedican pude leer la decepción en sus ojos. Supongo que un cordial jamás puede mostrarse enfadado, pero sé que lo están.

Son horas de llantos y gruñidos de rabia por parte de los padres que ven a sus hijos cambiarse de facción, gritos por parte de los osados cada vez que alguien elige las brasas y suspiros melancólicos y aliviados de los jóvenes tras elegir. Cuando el último toma su decisión, la gente comienza a dispersarse.

Miro a mi alrededor, confusa, cuando la facción entera de Osadía se levanta para salir corriendo hacia las escaleras. Miro al resto de trasladados y arrugo el entrecejo. ¿Se supone que debemos seguirles? Un chico de pelo negro y vestimenta de Verdad responde la pregunta que no he formulado en voz alta y sale corriendo tras ellos. Por supuesto que debemos seguirles.

Bajo las escaleras a un ritmo que jamás he llevado y ni si quiera me contengo a la hora de unirme a la cantidad de gritos eufóricos que sueltan los osados. La adrenalina tan característica de ellos corre por mi sangre.

La gente de otras facciones se aparta al vernos correr por la acera. Saben que no pueden contra el grupo; que deben esquivarnos si no quieren salir malheridos por locuras como estas...

Me encanta.

Después de la carrera si quiera tengo tiempo para calmar mi respiración pues me veo obligada a trepar para llegar al borde de las vías del tren. Una vez arriba sonrío orgullosa pensando que lo he logrado, pero un chirrido anunciando la llegada de dicho vehículo me da a entender que esto solo acaba de empezar.

El tren no va a detenerse; nunca lo hace para los osados. Sin duda alguna, saltar a un tren en marcha será la primea prueba de nuestra iniciación. Tal vez los nacidos en osadía lleven haciendo esto toda su vida, pero para mí y para el resto de trasladados parece una idea demencial y casi imposible de conseguir. No obstante, soy consciente de que o subes o estás fuera.

One choice | Peter HayesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora