Capítulo 20

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Mi calle parecía sacada de una serie policiaca. Estaba iluminada por las luces azules y rojas de un coche patrulla, y por el rojo más fuerte de una ambulancia. Fui a toda prisa hacia la casa de la señora Pease, mientras miraba hacia sus ventanas. Vi que tenía la luz de la sala de estar encendida, como siempre a aquella hora, aunque parecía muy tenue en comparación con las que brillaban en el exterior.

Subí los escalones del porche, y llamé a la puerta. Me abrió al cabo de unos segundos, Su expresión de preocupación se suavizó un poco al verme, y alargó los brazos hacia mí. Sentí un gran alivio al ver que estaba bien, y dejé que me abrazara.

—Jennifer, menos mal que no eres tú.

—No, señora Pease. Creía que debía de ser usted —la recorrí con la mirada, y añadí: —la ambulancia está justo delante de su casa, me he asustado un poco.

—No, han llegado hace unos cuarenta minutos y han estado llamando a tu puerta.

—¿A mi puerta? —me volví a mirar hacia la calle. Tanto el coche patrulla como la ambulancia estaban vacíos. —¿Está segura?

—Sí. Aporrearon tu puerta sin parar, pero supongo que no contestaste. A lo mejor han ido a casa de los Ossley.

—Gavin... —se me formó un nudo en el estómago.

—Espero que no.

No tuvimos que esperar demasiado, porque al cabo de un momento la puerta de los Ossley se abrió y los paramédicos salieron empujando una camilla en la que estaba tumbado Gavin. Estaba muy pálido. La señora Pease soltó una exclamación abogada, y me agarró la mano.

—Pobre chico, espero que esté bien.

La señora Ossley y Dennis aparecieron en la puerta. Ella tenía un puñado de pañuelos de papel en la mano, y estaba llorando mientras él le daba palmaditas en la espalda; al cabo de un momento, un agente de policía, el mismo que había llevado a Gavin a su casa en la ocasión anterior, salió de la casa y se detuvo en el porche mientras los paramédicos metían al chico en la ambulancia.

El agente intercambió unas palabras con la señora Ossley, y aunque no alcancé a oírlos bien, me pareció entender que estaban hablando de acompañar a Gavin en la ambulancia. Cuando ella sacudió la cabeza. Dennis le dijo algo al policía, que se encogió de hombros y se metió la libreta y el boli en el bolsillo; al cabo de unos segundos. La señora Ossley se metió en la ambulancia, y el vehículo se puso en marcha.

—Ojalá esté bien —volvió a decir la señora Pease.

—Yo también.

Cuando la ambulancia se alejó, me invitó a que entrara en su casa para tomar una taza de té y unas galletas, y yo acepté. Estuvimos charlando durante un rato, pero a pesar de que hablamos de recetas y de la época festiva que se avecinaba, no pude quitarme de la cabeza la imagen de una camilla y una cara muy pálida.

Al cabo de unos días, hice acopio de valor y fui a la casa de al lado. La señora Ossley me abrió la puerta, y la verdad es que su aspecto no revelaba lo mal que debía de haberlo pasado durante los últimos días. Tenía perfectos tanto el pelo como el maquillaje, y llevaba un traje de lino inmaculado y unos zapatos de tacón. Supuse que era la ropa que se ponía para trabajar, y recordé que no tenía ni idea de a qué se dedicaba.

—¿Qué quiere? —me preguntó con sequedad. Fuera cual fuese su trabajo, esperaba que no fuera de cara al público.

—Quería preguntarle cómo está Gavin.

Alzó la barbilla, y se cruzó de brazos antes de decir:

—Mi hijo está bien, gracias.

—De nada.

Dentro y Fuera de la CamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora