No había vuelto a saber nada de Gavin desde la noche en que su madre le había lanzado los libros en el jardín. Miraba hacia su casa cada noche al volver del trabajo, y aguzaba el oído para ver si oía signos de violencia, pero todo parecía en calma. Algunas mañanas veía a su madre cuando esta se marchaba a trabajar, pero no me dirigía la palabra; de hecho, su mirada ceñuda era de lo más elocuente. Había un coche nuevo aparcado en la calle, que sin duda pertenecía al famoso Dennis; al parecer, se había ido a vivir allí de forma permanente, pero no sabía si su presencia mejoraba o empeoraba la situación que había entre Gavin y su madre. Me planteé en varias ocasiones ir a preguntarle si quería ayudarme a terminar de arreglar el comedor, pero decidí no hacerlo.
No me gustan las confrontaciones. Me resultaba más fácil dejarlo pasar, quitármelo de la cabeza, hacer caso omiso de la inquietud que había sentido tanto la noche de lo del jardín como cuando había visto los cortes que Gavin tenía en el brazo.
Y también me había resultado más fácil evitar hablar con Blaine sobre la discusión; por suerte, mi hermano pequeño no es tan cobarde desde un punto de vista emocional como yo, y no teme dar el primer paso.
Fue muy listo, porque me envió el regalo al despacho para asegurarse de que lo recibía. Era un jarrón lleno de piedrecitas ornamentales con tallos de bambú, atado con un lazo rojo. Mucho mejor que unas flores.
No llevaba en casa ni cinco minutos cuando empezó a sonar el teléfono. Era Blaine, que llamaba para asegurarse de que había recibido el envío.
—Hola, cielo. ¿Hacemos las paces? —me dijo, antes de que yo pudiera articular palabra.
—Vale —puse el jarrón en medio de la mesa de la cocina. —Eres el mejor hermano del mundo.
—Lo intento.
Charlamos sobre nuestros respectivos trabajos, sobre Luke, sobre los libros que estábamos leyendo y las series de televisión que nos gustaban. No mencionamos a nuestros padres.
—¿Alguna novedad más, cielo?
Sabía que Blaine esperaba que le dijera que no, y vacilé por un segundo antes de admitir:
—Pues la verdad es que sí.
—¿En serio? Venga, suéltalo.
—Estoy viéndome con alguien.
—¿Qué? Digo... ¡genial!
Me eché a reír. Me sentí un poco avergonzada al oír su reacción, a pesar de que me la esperaba.
—No hace falta que te portes como si fuera un milagro, Blaine.
—Como no he oído que el Mar Rojo vaya a abrirse otra vez, ni que alguien haya caminado sobre el agua, supongo que esto es lo más parecido a un milagro que voy a ver.
Sus bromas no contribuyeron a que me sintiera mejor.
—Ya está bien, Blaine.
—Sabes que me alegro mucho por ti, cielo.
—Sí, pero es que... —fui incapaz de acabar la frase, no supe qué decir.
—Ya lo sé, Shrader. Ya lo sé.
No le pedí que no me llamara así.
—Se llama Josh, y es muy agradable.
—Qué bien.
—Es abogado.
—Genial.
Me sentí agradecida al ver que contenía las ganas de bombardearme con preguntas.
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Dentro y Fuera de la Cama
FanfictionAdaptación de la novela de Megan a Hart a una versión Joshifer.