Capítulo 12

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Aunque no me había metido en el papel de hija abnegada hasta el punto de ir a casa de mis padres, cuando mi madre me llamó para invitarme a cenar, no se me ocurrió ninguna excusa para poder negarme, sobre todo cuando me dijo que mi padre también iba a ir. La mera idea de que mi padre fuera a un restaurante me parecía risible, y me daba ardores.

Tuve que cancelar la cita que tenía con Josh. Él no protestó cuando le dije que no podía cenar con él, pero no me costó imaginarme su expresión ceñuda.

—No conozco a tus padres —me dijo al fin.

Los dos nos quedamos callados. Deseé tener uno de esos teléfonos antiguos para poder retorcer el cable entre los dedos, y tuve que conformarme con retorcer un mechón de pelo.

—No te gustaría conocerlos, te lo aseguro —le dije al fin, cuando no pude seguir soportando el silencio.

—De acuerdo, llámame cuando estés libre.

Esperé durante unos segundos que se me hicieron eternos antes de admitir:

—No quiero que los conozcas.

—¿Por qué?

Era normal que pareciera tan indignado,

—Porque ni siquiera yo quiero ir a cenar con ellos. Josh. No puedo someterte a ese suplicio, y además, me resultaría muy estresante tenerte allí.

Estaba siendo honesta, pero mis palabras no parecieron aplacarlo.

—Todas las familias son estresantes, Jen. Sí no quieres que me conozcan...

—Lo que no quiero es que tú los conozcas a ellos, no es lo mismo.

—¿Crees que dejarás de gustarme si llego a conocerlos? —lo dijo en tono de broma, pero al ver que no me reía, añadió: —¿Jennifer?

—Se trata de mi madre, no lo entenderías.

—Como no la conozco... no, supongo que no lo entiendo.

Tuve la sensación de que estaba esperando a que lo invitara a cenar, pero la idea bastó para que me estremeciera.

—Créeme, no te gustaría conocerlos.

—Yo opino lo contrario.

—Te lo digo en serio, Josh.

—Si no quieres que conozca a tu familia, me parece perfecto. Que disfrutes de la cena.

No quería discutir con él, pero era incapaz de imaginarme presentándoselo a mis padres.

—Es complicado, Josh.

—Tengo la impresión de que casi todo lo que tiene que ver contigo es complicado, Jennifer.

Colgó sin más, y me quedé mirando el auricular hasta que lo dejé en su sitio. Aquella vez, no volví a llamarlo.

Cuando llegué al restaurante, mi madre estaba esperándome en la mesa.

—Papá no ha podido venir.

—¿Por qué no?

—Porque estaba ocupado, Shrader. ¿Qué más da? —me dijo, mientras echaba un poco de sacarina en su taza de té.

—Me dijiste que iba a venir.

—¿Es que no tienes bastante conmigo?

—No es eso.

—Si estás preocupada por él, podrías pasarte por casa.

Nos miramos sin hablar hasta que el camarero llegó a tomar nota. Ella pidió por las dos, comida que no me apetecía, pero como no tenía ganas de darle vueltas a la cabeza, no protesté. Empezó a hablar sin parar de la boda de mi prima, a la que yo no había asistido. El tema no me interesaba en lo más mínimo, pero intercalé algún que otro comentarlo suelto sin llegar a mantener una conversación.

Dentro y Fuera de la CamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora