Devonshire House, Londres, Inglaterra.
1840.
Desde dónde estaba podía mirar, a todos aquellos que se desplazaban por el salón de baile. Las esquinas se habían convertido en su refugio, ya era catalogada florero, y entre poco sería una solterona.
Ya había pasado cuatro año que por primera vez piso ese salón, en esa casa. Cuatro años, en el que su paseo por el jardín terminó con un beso de un desconocido, su primer beso lo había tomado un libertino pero ella no lo detuvo. Recordaría ese beso para siempre, su más preciado tesoro, quizás.
Estaba a punto de cumplir su sueño de ser independiente de cualquier atadura, y no le interesaba interactuar con ningún hombre. Viviría en celibato, como una monja, pero sin estar en un convento. No necesitaba a un hombre en su vida.
Sé encontraba sola.
Melissa, aún no regresaba de Escocia, la verdad era que la extrañaba mucho. En todo el invierno no la había visto. Pero si habían mantenido correspondencia, no muy a menudo por qué el invierno imposibilitaba los caminos en Escocia, al igual que en Inglaterra.
Su madre, tampoco estaba. Sé encontraba en casa cuidando de su hermano menor, Patrick. Ella deseaba estar ahí con él, pero no era quién decidía las cosas referente de su vida, aún. Su madre ordenaba y todos cumplían al pie de la letra, nadie era una excepción.
Alexia se había esmerado en organizar una velada estupenda, como siempre. Desde que era la Condesa de Devonshire sus veladas eran a las que toda la aristocracia querían asistir. Su hermana era una buena anfitriona.
Esa velada no había llevado carabina, su madre no lo creyó necesario. Ya qué su hermana estaba presente, al ser una mujer casada podía ejercer de carabina. Pero no contaba que al ser la anfitriona estaría demasiado ocupada con los invitados, y su propio esposo, como para ejercer de dama de compañía.
Escondiéndose detrás de una columna de mármol que decoraban el salón, tomó el pasillo que llevaba a la biblioteca de la casa, su hermana le había dicho que podía ir a refugiarse allí, cuando se sintiera sofocada por tantas personas en un mismo sitio. En realidad ella no sé sentía sofocada, no le gustaba la aglomeración de personas, además sabía que el tema favorito de las damas debutantes sin cerebros y las madres cotillas, era ella.
Llevaba cuatro años desde su debut. No había recibido propuesta matrimonial, con suerte obtuvo dos bailes, por obligación. Una cuadrilla con un joven lord, un vals con un hombre que podría ser su padre. Bueno, su padre apenas estaba en sus cincuenta y dos años, aún se conservaba joven y activo, o al menos eso decía él. De algún modo eso le alegro, pero en el fondo le hubiese gustado que al menos una persona le cortejara, para atesorar eso en el futuro.
Perdida en su mundo, no notó que cuatros pares de ojos seguían sus movimientos. Y minutos después seguirían sus pasos.
La biblioteca estaba sin cerradura. Estaba muy bien iluminada, cómo aún así un poco de frío en la noche, la chimenea se encontraba encendida.
Sonrió.
Alexia sabía que tarde o temprano terminaría en ese lugar.
****
Jaden entraba acompañado de Oliver Russell, Vizconde de Weymouth, futuro Marqués de Bath. Lo que atrajo muchas miradas, las que más terror causaban eran de las madres casamenteras, por que ya lo veían como un futuro candidato para sus aburridas hijas. Aún no sabía como demonios se había dejado convencer para asistir a esa velada.
Ya había pasado dos días desde que regresó a Inglaterra desde América. La noticia de su llegada se había esparcido mas rápido que la peste. El motivo de su regreso solo lo sabía su familia y sus amigos.
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Tan Solo Un Instante
Historical FictionGabrielle, ya tenia planeado toda su vida como futura solterona. Pero un hombre desesperado arruinara sus planes posicionándola en un escandalo en el cual será lanzada a los brazos de su salvador. El nuevo Duque de Warrington, ha vuelto a Londres...