Tan Solo Un Instante

Capítulo 31

¡Hola! 
¿Cómo han estado?

Yo bien. Bueno, he tardado por que quizás me 'obsesione' con un drama y ahorita lo tuve que pausar porque no estaba completo, sin subtítulos. Mis disculpas por no haber actualizado antes.

Duda: ¿A alguien aquí le gustan los doramas?😂

Espero que disfruten el capítulo. Perdonen mis horrores ortográficos.

¡Buenas noches! Tengan bonitos sueños👋🏿

—¿Qué está haciendo?

Un grito ahogado salió de su garganta. Era la segunda vez que el hombre la sorprendía.

—¿No sabe hacer algo de ruido cuando entra algún lugar?—si seguía así la matarían antes de tiempo.

—Es un hábito que tengo. No fue mi intención asustarla, aunque compruebo que es fácil tomarla por sorpresa.

Frederick se puso en su campo de visión. Iba tan elegante pero se le notaba relajado.

—¿Qué lo trae por aquí? Pensé que estaba con su amigo.

Removió la tierra y quitó la hierba que opacaba el jardín.

Se despertó sola en su propia cama. Así tomo su desayuno.  Buscó a su marido y no lo encontró.

Ese hombre seguía dejándola sola, seguía desapareciendo.

Le confesó que lo amaba, se debatía si fue lo correcto. Quizás al final se diera con una pared y su marido jamás llegase a quererla como ella quería.

'Las almas perdidas como las inocentes suelen confundir la lujuria con el amor. Hay que proteger el corazón'

Era el consejo de una mujer con experiencia en el mundo.

Sabia que el amor y el deseo a veces corrían en sentido opuesto. Se podía desear a una persona, producto de la lujuria pero si el corazón no cedía lo único a lo que se aspiraba era la simpatía y el aprecio. Pero siempre hay quien cree lo contrario y quiere intentarlo aunque lo pierda todo.

¿Qué debía perder ella? Aún nada.

—En efecto pero quien quiere estar horas hablando de negocios, solo su marido que podría pasarse horas en ello—señaló—. Salí a dar un paseo para estirar las piernas—sacudió las piernas—La vi aquí y vine a saludar.

Levanto la mirada y lo observó detenidamente buscando algún fallo en su expresión. No le cerraba la idea que vino a visitar a su amigo.

Se levantó pero se detuvo pues que sintió la tierra moverse y su alrededor comenzó a girar. Cerró los ojos con fuerza.

—¿Está bien? ¿Debo llamar a alguien?—preguntó Frederick mirándola desde el otra lado del jardín.

—Sí—contestó, cuando el mareo pasó—.No es necesario. Cuando me levantó muy rápido suelo marearme—explicó.

Sacudió su falda llena de tierra, se acercó a recoger uno de los plantines de crisantemos para poder plantarlo. Tenía mucho que plantar y le llevaría más tiempo si el hombre allí le seguía interrumpiendo.

—¿Quiere ayudarme, milord?—señaló el lugar de trabajo.

—¿Yo?—con tal cara de horror—No estoy vestido para jugar con tierra—señaló su vestimenta.