¡Hola! Queridos lectores sepan disculpar las faltas ortográficas.
Bien, espero que disfruten de este capítulo y ya saben si les ha gustado pues voten, y si tienen un comentario que hacer bienvenido sea.
Les agradezco a todas las personas que leen mi historia, que votan y comentan en ella, realmente gracias.¡Hasta la próxima, queridos lectores!
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Se sentía frustrada e indignada, ya había anochecido hacia horas, y ella aún seguía dando vuelta en la cama.
Ya no solo le dolia la cabeza, ahora era todo su cuerpo, hasta su propia alma.
La pequeña cama era demasiado incómoda como para pertenecer mucho tiempo allí, el colchón era tan fino que los resortes se hacian notar. Su mente no había parado desde lo sucedido en la tarde, al cerrar sus ojos tratando de consiliar el sueño, el recuerdo de los labios de su esposo la asaltaban, como demonio tratando de consumir su alma.No había tocado la cena que le yacia sobre la mesa, traida hacia pocas horas atrás, cortesía de su esposo, quién aún no se había vuelto aparecer. En su momento no habia tenido apetito suficiente como para probar bocado pero ahora su estómago reclamaba aunque sea una porción de lo que estaba en aquel plato.
Sus pies tocaron el frío suelo de madera, gruñendo a cada paso que daba, se dirigió a la ventana. Vestida en un camisón de lino, blanco de cuello alto, mangas que le llegaban hasta sus muñecas, y tan largo que apenas se le podían ver los pies al caminar, digno de una debutante. Aún conservaba su guardarropa de debutante, todo fue tan apresurado, pero eso no era algo que le molestara, le agradaban los colores en tonos claros y le favorecian más.
El frío de la noche y el calor que impregnaba desde la chimenea hacían que el cristal de la ventana se empañara, pero aún si podía observar la luna entre tantas nueves que anunciaban probablemente días de lluvia. Desde ese punto podía oír el bullicio que había en el salón principal de la humilde posada.
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El sonido de sus pasos era lo único que se oía en ese oscuro pasillo, ya pocos huéspedes quedaban despierto a esa hora, por lo cuál el ruido que hacian apenas era audible.
Necesitaba descansar, no requería de muchas horas, ya estaba más que acostumbrado a las pocas horas de sueño. Había tardado más de lo que tenía pensado, o en realidad él había hecho tiempo solo para no volver al pequeño cuarto que tendría que compartir con su esposa.
Paso una de sus manos por su cuello, se sentía fatigado, realmente necesitaba un descanso, su cabeza comenzaba a doler y su cuerpo a pesar.
Cuándo llegó a la habitación, no se digno a tocar la puerta ya qué la luz que se filtraba por debajo de ella, era débil, sobretodo no toco por qué no quería despertar a su esposa, a esas altas horas de la noche lo más probable era que estuviera dormida. Trató de hacer el menor ruido posible pero tal fue su sorpresa cuándo fijó su mirada en la cama esperando encontrar allí a la joven pero tan solo encontró una cama vacía, para su suerte pudo ubicarla parada frente a la ventana, mirando hacia fuera.
La luz tenue de la chimenea apenas lograba iluminar toda la habitación, y ya comenzaba enfriarse.
-Gabrielle-Le llamó, la muchacha se giró cuándo escuchó su nombre.-¿Qué haces despierta? ¿No tienes frío?-Preguntó al ver su vestimenta que solo constaba de un fino camisón.
-No logro conciliar el sueño-dijo en un susurro.
Giró sobre sus pies para poder verlo de frente, le había escuchado cuándo entró en la habitación pero le tomó más de lo pensado poder mirarle. Ahora que lo meditaba más era algo estúpido tomando en cuenta que apenas ella podía verle, la luz no era lo suficientemente fuerte, lo cuál era un punto a su favor, no sé encontraba del todo preparada para poder mirarle.
-Ah...-No sabía que más decirle, no se había esperado que ella estuviera despierta, buscando desperadamente algún punto en donde enfocar sus ojos que no fuera ella y su fino camisón, se percató que sobre la mesa aún estaba la cena-¿Ya has cenado?
Gabrielle pozo su mirada en la comida que reposaba sobre la mesa, e inmediatamente su estómago gruñó en señal de protesta a causa de la falta de alimento, lo cuál causó que se sonrojara.
-No...-Mordió su labio.
-Venga, ve a comer-bufó frustrado.-¿Por qué no lo has hecho?-cuestionó.
-No tenía apetito-lentamente comenzò a caminar hacía la mesa.
Jaden rió sin humor.
-Tiene que recuperar fuerza, y eso incluye alimentarse. Sino pone de su parte, no podemos seguir con nuestro camino. Ahora haga el favor y coma, milady-Señaló la bandeja que contenía la cena, necesitaba retomar su camino lo antes posible, y si ella no sé recuperaba, sé retrasaba. Aunque en ese momento le hubiera gustado déjarla allí, simplemente no lo podía hacer.
-No soy una niña para que me ordene, excelencia.-rebatió. No era necesario que le ordenara, ya tenía claro que debía comer.
-Pues es lo que pareces, querida.-tomó asiento frente a ella.-Coma, la necesito viva, no a un cadáver cómo esposa.-comentó duramente.
Gabrielle le observó por un instante con el ceño fruncido, omitido el hecho que nuevamente la trataba como niña.
-Usted tiene severos problemas con la muerte, milord-dijo al fin, para luego disponerse a comer bajo la atenta mirada de Jaden.
-Tal vez.
Al estar cerca de la chimenea Jaden podía observarla mejor, el camisón que llevaba puesto era horroroso, se vió deseando que mostrará más piel, se fijó en su boca la cuál se abrían a cada bocado que ella ingeria, su cabello suelto, la hacían una pieza de arte que venerar. Cerró sus manos en puños, frustrado por la dirección que estaba tomando sus pensamientos, el calor poco a poco se le estaba siendo sofocante por lo que se quitó su frac, desabotonò su chaleco, quitó sus botas, y se arremangó la camisa hasta los codos, pero eso aún no parecía bastar.
El silencio le incomodaba, en silencio el deseo que sentía por ella atacaba con más fuerza.
-Te has quitado la venda-observó que ella detenía su proceso de llavar la comida a la boca y fijar su oscura mirada en él.-¿Por qué?
-Ya no era necesaria-respondió para seguir con lo suyo.
-Si lo era-contraatacó-El médico así lo recomendó-dijo duramente.
En las últimos días había comprendido que el enfadarse con ella bajaba la tensión al deseo que sentía. ¿Algo tonto? Si, quizás pero le era eficaz hasta el momento.
-No, no lo era.-Frunció los labios en una mueca.-Me siento mejor, ya no era necesario y además molestaba.
La miró molesto, en partes iguales por su terquedad y por él hecho que enfadarse con ella no funcionaba.
-Debería descansar, milady. Partiremos temprano, se lo recomiendo por su bien.-Sé levantó de la silla para ir a la cama y poder descansar, si es que lograba.
-Milord... -Dijo dudativa Elle, una vez que se dió cuenta a donde iba.
-¿Si? -frenó sus pasos para prestarle atención.
-¿Dónde dormirá?-su voz sonó muy baja, demasiado baja, que apenas Jaden la escuchó.
-En la cama... -dijo pero se vió obligado a extender su respuesta, ya qué la cara de su esposa se desfiguró en una mueca de horror. -No tiene de que preocuparse, milady, no la tocaré, ni siquiera pienso reclamar los votos matrimoniales...-pudo notar que el cambio de semblante de su mujer.-...al menos no por el momento.-se dijo a si mismo.-Buenas noches, milady.
Esta vez si pudo dirigirse a la cama, sin interrupciones. Dejando a Gabrielle petrificada y dudosa por lo dicho, el estómago se le retorció en nervios tan solo de pensar que debían compartir una diminuta cama, por qué las opciones que tenía no eran favorables, y compartir cama era la mejor de todas ellas.
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Tan Solo Un Instante
Historical FictionGabrielle, ya tenia planeado toda su vida como futura solterona. Pero un hombre desesperado arruinara sus planes posicionándola en un escandalo en el cual será lanzada a los brazos de su salvador. El nuevo Duque de Warrington, ha vuelto a Londres...