Blake no tenía nada que perder al tomar el trabajo, así que aceptó la oferta. Había perdido ya todo por lo que había querido venir a la ciudadela; trabajo, amistades, comunicación con la familia y confianza en si mismo. Dyan le ofrecía todo eso y más, con su magia que lo mantenía calmado y alegre.
Lo bueno es que no era una alegría falsa como la de los estupefacientes que fabricaban los humanos, sino una genuina felicidad que germinaba en lo más profundo de su ser, en agradecimiento por todas las cosas buenas que le estaban pasando.
Podía a lo mejor, cuestionarse que el brujo fuera tan amable con él, o que la vida nunca era tan buena, algo debía andar mal, pero alguna vez le dijeron, que la felicidad, era un opción.
Es una decisión.
Y como tal, decidió abrazar la nueva oportunidad que se le estaba presentando y si no funcionaba, volvería a casa, porque la idea del Endless Fall no le sonaba tan atractiva ahora, que no estaba tan deprimido, aunque seguía inseguro de muchas cosas aún.
La depresión por la que pasaba no es algo que se cura de un día para otro, con la buena voluntad de un brujo. Su depresión dejaba sombras, que se aparecían de repente, y le recordaban la delgada línea entre la felicidad y el auto-engaño, y lo fácil que era echarse para abajo otra vez. Sin embargo, la presencia del brujito algo tenía, que lo hacía cada vez más fuerte y eso se lo agradecía, aunque no lo pensaba literalmente, eso era algo aún muy vergonzoso de aceptar, si recién llevaban una semana de conocerse.
El único problema práctico de toda esta situación recomponedora y adorables inicios de amistad, es que debía viajar todos los días hasta el final del Callejón del Hechicero, lo cual le quedaba algo lejos, a pesar de ser una ciudadela pequeña y eso sería cansador para el pobre Blake.
Dyan prefirió entonces, con ayuda de magia oscura, crear una casita para perros afuera del caldero, de esas pequeñas de madera, con una entrada redonda.
El lican no sabía si reír o qué, con su nuevo hogar. Parecía chiste la cosa, pero antes de entrar, Dyan le pidió que pensara en su depa, que lo mantuviera en mente, mientras ingresaba a la casita. Confiando plenamente en su magia, lo hizo, gateó para entrar con los ojos cerrados y al abrirlos, se dio cuenta que llegó a su habitación, a través de un círculo de humo purpura, y que desde allí podía recorrer todo el piso y ver por la ventana, la ciudadela. No era una simulación de su depa, sino que se había transportado hasta allá con magia muy poderosa.
Volvió a pasar a través del círculo de humo antes de que se cerrara y estuvo de regreso en el patio del caldero, donde vio a Dyan de pie a su lado, aplaudiendo contento de que funcionara su encantamiento.
- No puedo traer tu departamento hasta aquí- le dijo algo desilucionado por fallar su plan inicial de hacer una traslación de espacios- peeero esta casita sirve como portal, ya que tiene mi vela especial en su marco- le señaló la cera púrpura por todo el lugar, ahora que estaba de pie junto a él, Blake recién notó ese detalle- puedes ir de allá para acá sin problemas siempre y cuando lo desees, debes tener en mente el lugar al que quieres ir y así te transportará hacía acá- le explicó orgulloso de sus descubrimientos con la magia.
- Genial, ¿puedo ir a cualquier lugar?- le preguntó imaginándose pensar en la moderna y turística ciudad de Paris en el continente Chelovek (Ruso= Humano), y tele-transportarse para allá algún día.
- Hmm lugares que conozcas y puedes llamar un portal para llegar a esta casita de perro, siempre que enciendas esta vela especial, desde cualquier parte del mundo- le dijo entregándole una vela pequeña y algo plana, de color purpura como el humo- cuídala y guárdala, ahora es tuya- le dijo con una gran sonrisa.
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The Fourth One - Naruhi16
FantasyDesde tiempos remotos, los habitantes de la Tierra se han dividido en 4 reinos. Se dice que hubo grandes guerras en el pasado, pero hoy todos conviven pacíficamente, en un mundo donde la magia y la modernidad tecnológica coexisten en las vidas de lo...