XIV. El Claro del Hada

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Y así fue cómo comenzó el verdadero viaje juntos hacia el Templo del Gran Mago. La travesía sería larga, así que lo mejor era recorrer cuánto más pronto pudiesen.

Incluso de noche.

Si se veia seguro y tranquilo, Chester y Francis seguirían el camino de noche, mientras los otros dormían en la carpa mágica, doblada y guardada en su morral.

De este modo, ambos nocturnos tuvieron que aprender a llevarse bien. O mejor dicho, a no llevarse tan mal.

No es que fueran peleadores, o que se odiaran, pero Chester no confiaba plenamente en personas tan perfectas como Francis y al vampiro le molestaba la actitud tan despreocupada del humano, cuando lo que traían entre manos, era de urgencia mundial.

Así que en realidad, no tenían mucho de qué conversar. A Chester no le molestaba viajar sin socializar de más con el hematófago y Francis disfrutaba del silencio, no necesitaba romperlo.

Pero de vez en cuando el mecánico insistía un poco más para charlar y si estaba de suerte, el peliblanco le seguía el juego a veces.

Le gustaba profanar la divina perfección del vampiro y entablar conversaciones banales.

Y para eso, era capaz de iniciar una charla a partir de cualquier cosa.

- Me sorprende que no nos hallamos encontrado con ningún fantasma... Durante la noche erran por los prados de Magie- comentó al aire Chester, con su mochila y herramientas al hombro. No le gustaba dejarlas en la carpa, prefería tenerlas cerca, por si fallaba en algo su brazo, aunque nunca ocurría.

Francis no lo miró de inmediato. En su cabeza, seguía tratando de averiguar cómo tratar con él, si con precaución o con simpatía (que por ahora no le nacía).

- Parece que sabes bastante del continente, a pesar de ser chelovequiano- suspiró finalmente el vampiro, logrando que el barbón sonriera victorioso, al obtener respuesta.

- Llevo varios años viviendo aquí y viajando por los alrededores de HOPE...- le explicó. Y es que en realidad, nunca fue muy amigo de la idea de quedarse en HOPE por mucho tiempo. Lo ocultaba, pero le causaba ansiedad encariñarse con un hogar, así que prefería ir de aquí para allá sin rumbo.

- Entonces tu ayuda nos viene como anillo al dedo, porque ninguno de nosotros conoce demasiado este sector, incluso los magienses del equipo- le contestó Fran, mirando el horizonte y pensando si sus compañeros magos reconocerían aquel paisaje nocturno o si todo era un misterio como para él.

De pronto sintió una gran presión en su pecho. Estaba tan lejos de su casa, de Transilvania... había avanzado un montón y aún así, con suerte sabía dónde estaba parado. Había sido muy afortunado para llegar ahí ileso.

- Uff... no me hables de anillos en el dedo, primor, aún no estoy listo- bromeó Chester, tratando de aligerar el ambiente para variar.

- ¿Siempre tienes que alardear de tus preferencias sexuales y románticas al hablar?- le cuestionó Francis, molesto por lo monotemático que podía llegar a ser el humano a veces.

- Ya, tampoco era para que te pusieras así...- alzó las manos Chester mostrando inocencia. Y volvieron a quedar en silencio otro tramo de camino- Siento que deberíamos llevarnos mejor, ya que vamos a pasar muchas noches juntos- le sugirió amigable, pero se detuvo al ver la cara del vampiro aún más indignada- Lo digo en el sentido sano de la palabra- se auto-corrigió risueño.

- Si, más te vale o no te podré tomar en serio nunca más- le dijo alejándose de él para convertirse en murciélago gigante y atacar un kaibutsu que se les cruzó en el camino.

The Fourth One - Naruhi16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora