El ángulo por el que entró la luz mañanera a través de la ventana, le pareció tan familiar y nostálgico que se sintió con ganas de quedarse así durmiendo para siempre.
Su cama seguía en la posición de siempre y el sol se colaba en su habitación precisamente de la misma forma que cuando lo despertaba en la mañana de pequeño.
Sonrió sin querer al notar ese detalle, en todo caso, somnoliento y recién despertando, su reflexión no fue tan compleja, sino que su cerebro hizo la comparación inmediatamente y así se acordó que durmió en Softfield y no en Tziwa como siempre.
Estaba en su viejo hogar.
Pero un aroma le interrumpió su relajo y recuerdos de la casa cuando era un niño. Un perfume que no existía en los campos de Softfield, por más flores que hubiesen en el campo de atrás de la casa.
Era la esencia del shampoo que usaba Dyan, quien acurrucado en su pecho le dejaba todo su cabello cerca de la nariz.
El pobre lican se quedó tieso al reconocer el aroma y la posición en la que estaba con el brujito.
Hace rato que... ya no miraba al menor de la misma forma.
Al principio, creía que lo que sentía era agradecimiento, por todo lo que había hecho por él. Después, que era admiración, por sus habilidades y amabilidad, por su fuerza y perseverancia. Todo desde la perspectiva amistosa.
Llegó a pensar que hasta era una mezcla de las dos, nada más. Pero, ¿qué caso tenía seguir negándoselo a sí mismo?
Sólo que no quería arruinar las cosas cómo estaban, además, como su supuesto esclavo, no tenía permitido tener o siquiera soñar con tener una relación así con el brujo.
En fin... prefería quedarse como estaban y disfrutar de la felicidad que una buena amistad podía otorgarle, por eso pensaba que la "ayuda" que le estaba dando su familia, con lo del novio y eso, no le servía de mucho, porque lo ponían ansioso. Pero lo estaba disfrutando igual.
Acarició y peinó los cabellos pelinaranjos con su mano derecha, despejando su frente con cariño, hasta que un sonido del pasillo le llamó la atención e inmediatamente supo de qué se trataba.
Ya eran las 11 de la mañana, según el reloj de pared en su habitación, así que se movió lentito, tratando de no despertar a Dyan, pero sus esfuerzos fueron inútiles.
- ¿Blake?- preguntó el brujito aún con los ojos cerrados, sentándose lentamente en la cama- ¿Qué hora es?- le preguntó sobándose los ojos con la mano.
- Agh... perdón- le dijo avergonzado de haberlo despertado, pero se puso de pie finalmente- ya son las 11- le contestó con pereza estirándose, ya sin temor de mostrarse ante él, en pijama.
- Oh... dormí muy bien, ¿y tú?- le preguntó amigable Dyan como siempre, llevando las rodillas al pecho y mirándolo con una sonrisa juguetona.
- Jajaja, si... también...- le contestó sincero, ya que durmió profundamente, pero aún le molestaba un murmullo en el pasillo.
- Y eso que no acostumbrabas a compartir cama...- se burló el brujito con ternura.
- Shhh...- lo hizo callar Blake, acercándose en puntitas a la puerta y abriéndola de golpe, dejando caer a sus 4 hermanos menores- ¿¿Qué están haciendo??- les preguntó molesto, mientras el brujo reía aún en la cama.
- ¡Woah! ¡Boris! ¡Hola, Dyan! Buenos días...- contestaron los cuatro al mismo tiempo, poniéndose de pie.
- Fuera- les ordenó el mayor, apuntando al pasillo con autoridad.
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The Fourth One - Naruhi16
FantasyDesde tiempos remotos, los habitantes de la Tierra se han dividido en 4 reinos. Se dice que hubo grandes guerras en el pasado, pero hoy todos conviven pacíficamente, en un mundo donde la magia y la modernidad tecnológica coexisten en las vidas de lo...