X. Secretos

271 35 2
                                    

Pues bien... continuando con la historia, ¡por fin!

Dyan y Francis se quedaron conversando hasta tarde, al punto de que el brujito apenas podía mantenerse sentado en la cama hablando, por el cansancio. Finalmente Francis prefirió acostarlo y que durmiera por fin, y él siguió leyendo su libro de leyendas.

Al día siguiente se levantaron temprano, Dyan quería seguir durmiendo, pero debían irse luego.

Armaron las maletas y bajaron al lobby, donde la familia Wolfram los esperaba ansiosos.

- ¡Los vamos a extrañar tanto!- lloriqueaban las mellizas abrazando a Dyan, ignorando un poco a su hermano, que era apretujado por su madre.

- Tengan cuidado en Tziwa, contesten mis llamadas y avísenos cualquier cosa- les pedía, despeinando a su Boris, quien sólo sonreía sin poder decir nada.

- ¡¡Cuídense mucho!!- les pidieron los hijos mayores, sabiendo lo que en realidad pasaba.

- Muchas gracias por sus buenos deseos, sin duda seguiremos en contacto jeje- les aseguró Dyan sonriente y brillante cual sol, enterneciendo a la familia.

- Siempre pueden regresar a nosotros, hijos míos...- les dijo el señor Víctor, con aprobación. A Dyan le parecía que estaba hablando con un dios o algo así.

- Muchas gracias, papá- le sonrió Blake, llamándolo por como hace tiempo no lo hacía.

Se despidieron con cariño, y los acompañaron hasta afuera, donde un taxi los esperaba, para ir a dejarlos supuestamente a un terminal de buses, para viajar a Tziwa.

- ¡Que les vaya bieeen!- gritó la familia entusiasmada y nostálgica, viendo como el vehículo se alejaba con el par y su equipaje.

Apenas dieron la vuelta y ya no estaban a la vista de los Wolfram, Blake se inclinó hacia el chofer y le pidió que cambiara el rumbo hacia el puerto. El hombre perro no se opuso e hizo caso a su pedido. Los dejo bien cerca de la casa de Ephixia, y Dyan le dio una generosa propina.

Arrastraron las maletas hacia la casita  en el muelle y la de pelo arcoíris, les abrió la puerta antes de que alcanzaran a tocar.

- ¡Hasta que llegaron, se atrasaron!-  los regañó Ephixia molesta, siempre puntual.

- Ya, entren, tenemos que zarpar ya- los apuró Aaron, susurrando, empujándolos dentro de la casa y guiándolos hasta una habitación con escalera hacia el mar, donde estaba el barco anclado.

- ¿No nos verán los guardacostas?- les preguntó Blake entrando a ese cuarto y viendo como Aaron bajaba de un salto hacia la cubierta del barco.

- La neblina mañanera nos ayudará, pero en cosa de minutos podría disiparse, hay que irnos luego- les explicó Ephixia, quitándole la maleta a Dyan y entregándosela a Aaron abajo, para que la recibiera y guardara en la cabina por mientras.

- ¿Eso es todo el equipaje?- preguntó el mago recibiendo el bolso de Blake también.

- Así es- le dijo Dyan, manteniendo su alforja y el bolsito de Francis cerca.

- ¿Y el vampiro...?- iba a preguntar la fémina del grupo, pero se contestó sola- Ah si, bajo el sombrero, bueno vamos- los alentó a bajar por las escaleras, ella los siguió volando.

Una vez todos a bordo, Ephi cubrió eo barco de polvo de hadas, desde sus alas y Aaron lo hechizó, haciendo que fuera invisible. Pero no era realmente invisible, sólo era un efecto espejo, que reflejaba la plenitud del mar, pero funcionaba mejor cuando la vista era borrosa, como cuando estas envuelto en neblina.

The Fourth One - Naruhi16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora