VII. Mitología

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Nunca le pareció estar más relajada e intranquila a la vez, que esa noche de luna llena.

Aquella que iluminaba su lectura, junto a las velas de Dyan que mantenían tan apaciguado a su esposo, amarrado sin mucho esfuerzo al árbol.

Llevó consigo unos libros para leer durante la jornada, mientras sentía roncar al gran lobo canoso a su lado, cuando de repente escuchó un ruido que no pudo reconocer.

Observó cómo la oreja del licántropo dormido se movió en dirección a la casa, captando el sonido lejano, parecido a un aleteo grande y poderoso.

La mujer se asustó pensando que podría tratarse de un kaibutsu volador, pero mantuvo la calma, dejó su libro a un lado y tomó el wokitoki y habló a sus hijos.

- Atentos, ¿escucharon eso?- habló por el radio la señora Margaret, siendo escuchada por sus crias humanas.

- Aquí Chloe, está todo tranquilo por acá, Zoe duerme como nunca- le respondió relajada la adolescente, que chateaba con un amigo a través de su celular, sin poner demasiada atención a la lican que no necesitaba más que dormir.

- Lo mismo aquí, Daisy está descansando, pero tampoco escuché algo- contestó Óscar con serenidad.

- Mamá, Louise se quedó dormida por fin- habló el más pequeño de los cuidadores, enorgulleciendo a sus hermanos y madre.

- Muy bien, hijito, lo estás haciendo excelente, ¿no escuchaste nada por allá?- le preguntó preocupada, ya que el árbol de los menores era el que estaba más cerca de la casa.

- Si, pero como no despertó a Louise, no pasó nada- le dijo Kyle, sin tomarle importancia al asunto.

- Ten cuidado, ¿sí?- le pidió su madre cautelosa.

- ¿Le habrá pasado algo a Dyan?- les cuestionó Chloe preocupándose ahora, al recordar que no tenían manera de contactarlo.

- Dijo que si algo malo ocurría, lanzaría fuegos artificiales al cielo- les recordó el hermano mayor, observando el cielo despejado que anunciaba el comienzo definitivo del verano.

- Supongo que está todo bien...- suspiró la señora Margaret, tratando de relajarse otra vez, aunque esa intuición femenina y maternal no la dejó del todo tranquila.

Y la verdad es que la señora Maggie, tenía razones para preocuparse, digo... Un kaibutsu de tierra atacó a su hijo y a su supuesto yerno, el cual fue pseudo secuestrado por un murciélago gigante, que resultó ser un atractivo y elegante vampiro.

- ¿¡Eres un vampiro!?- cuestionó Dyan en voz alta, asustado, ya que nunca había visto uno, pero entusiasmado también, porque, como dije, ¡¡nunca había visto uno!!

- Por favor, te pido que bajes la voz- le rogó educadamente el ser de larga cabellera blanca, acercándose a él, tratando de acallarlo.

- ¿Q-qué...?- murmuró retrocediendo un par de pasos, quedando cerca del intranquilo licántropo, que le gruñía al vampiro, aunque no hacía esfuerzos por escaparse.

- Y también que mantengas calmado al hombre lobo, me pone tenso...- agregó a su demanda, tratando de mantener la compostura, limpiándose su ropa y acomodándose su bolso.

- N-no te hará nada...- le aseguró Dyan, volviendo a dar esos dos pasos que retrocedió segundos atrás, no sin antes acariciar la cabeza del lican, para tranquilizarlo.

- Veo que lo tienes domesticado, un trabajo fenomenal, sin duda...- le comentó sin ocultar su asombro, pero manteniendo una actitud formal de todas maneras- Disculpa por lo del kaibutsu, me había estado siguiendo desde Cantata Silvam y prefirió dejar de perseguirme para atacarlos a ustedes...- le dijo arrepentido de haber atraído a la bestia hacia dos inocentes sujetos.

The Fourth One - Naruhi16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora