De ahí en adelante las cosas cambiaron un poco entre nosotros. Comenzamos a ser más conscientes de la cercanía del otro, sonrojándonos con cosas tan estúpidas como un roce de manos.
Estúpidas y lindas. Porque Joy sonrojada y nerviosa era toda una obra de arte.
Por un momento olvidamos la lista y el hecho de que no teníamos otro lugar donde reunirnos además del hospital. Ignoramos el pensamiento de que no sabíamos nada el uno del otro, que éramos dos desconocidos con sentimientos más intensos que cualquier otra pareja que llevara años juntos.
Aunque fuera mi primer amor, Joy me hacía sentir que era el amor de mi vida.
Nos acostábamos en la cama a hablar de nada y a la vez de todo, desde temas como por qué la gente siempre prefería la Coca-cola y hasta el por qué la luna tenía agujeros y si había vida más allá de lo que conocíamos. Ciencia, arte, literatura, música... Con Joy era capaz de expresarme incluso de una manera que no conocía de mí mismo.
Ella expandía mi mente, me mostraba cosas nuevas e interesantes. Nuevas perspectivas, opiniones diferentes, argumentos razonables. Era inteligente, extrovertida y divertida.
¿Cómo no enamorarme más de Joy con cada segundo del día?
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La lista de deseos de Joy
Short StoryUn chico que no sabía lo que era vivir y una chica que le enseñará las cosas más básicas de un ser humano. Empezando por un simple saludo y una sonrisa dulce. Y todo a causa de una lista de deseos para antes de morir. Portada hecha por @organicos