Decimotercero deseo

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Aquellos momentos pasaron como especie de fotografías delante de mis ojos. Como si alguien ajeno estuviera retratando cada instante vivido y los guardara como un tesoro en mi mente.

Lo que no sabía era que una simple fotografía podía romperse con facilidad.

El día en que Joy me pidió su último deseo estaba lloviendo a cantaros. Ni un solo rayo de sol alumbraba la ciudad, la cual se hundía en una tenebrosa apariencia típica de película de terror.

Yo estaba junto a Joy, jugando con los dedos de su mano derecha y ella a su vez hacía rayones y figuras en mi brazo con el bolígrafo. Joy era zurda. Y aquello por algún motivo se me hacía infinitamente atractivo.

—Quiero mi último deseo —dijo de repente, captando mi atención.

La miré al rostro, este estaba sorprendentemente serio. Sus cejas se fruncían, formando una adorable arruguita en medio. Elevé mi mano para acariciar esa zona, aprovechando la acción para posar mis dedos en su mejilla.

—Te escucho —respondí—. O te leo, más bien.

Ella rio, aunque la sonrisa no le llegó a los ojos apagados. En vez de agarrar como siempre la libreta que contenían sus demás deseos, ella comenzó a escribir en mi brazo. Mi piel era demasiado blanca, por lo que el tono negro del lapicero sobresalía demasiado.

—Este es —mencionó, rozando sus dedos por la zona.

Observé lo que había escrito. Era sorprendente cómo su letra se volvía mucho más extraña con el paso del tiempo.

Leí el deseo y lo volví a leer unas dos veces más. Repetí las palabras en mi mente y luego en voz baja. Mi mirada no se despegó de la frase hasta que finalmente reaccioné y observé a Joy estupefacto.

Joy me sonrió de lado, luciendo cansada pero a la vez feliz. Y no estaba muy seguro de si esa era una buena combinación.

—Cásate conmigo, Robbie.



***

AJSHWJHJWHQE cada vez más cerca del final 7u7

La lista de deseos de JoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora