Capítulo 31

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Mackenzie

La definición de la palabra bien según la recopilación de varias páginas de internet es: el valor otorgado a una acción de un individuo, es una inclinación natural a fomentar lo deseable, motivado por una comprensión del entorno, de las personas y/o de uno mismo.

¿Cómo estar de acuerdo con esa banal información?

No estoy bien, debería pero no es así porque me preocupa más su bienestar que el mío.

—Mackenzie, no quiero interrumpir — me mira apenada — tu madre te solicita en su despacho.

Oh sí, la señora de la familia, llegó ayer temprano sin mi padre y como esperaba no quiso hablar conmigo, sé que prepara el terreno para salir victoriosa de la batalla.

¿Qué caso tiene defenderme?

Mi madre tiene un poder de intimidación afilado, por eso debe mantener una postura fuerte porque al momento en que le dé su nombre, nada terminara bien para él ni su familia, no merecen el odio de Marian Wells.

—Mackenzie, tu madre...

—Entiendo Camila — no puedo retrasar nuestro encuentro.

Camino sin muchos ánimos, con la llegada de mi madre a la casa, mi abuela ha mantenido la distancia, no la he visto desde ayer. Tal vez ya la corrió de la casa.

Llego a su despacho y me abstengo de entrar al oír las voces de mi abuela y mi madre, parece que tienen una acalorada conversación.

— ¡Que tiene de malo que vea a un chico! — exclama molesta Elah.

—No me sorprende que defiendas este tipo de actitudes basadas en rebeldía— pego mi oreja en la puerta para oír mejor.

—Defiendo lo que me parece correcto, necesita su espacio — que alguien te defienda se siente bien — merecía un poco de libertad.

— ¿Ella salió con él? — Mi abuela no responde — ¡ella salió de esta casa! — Escucho un golpe muy fuerte y me asusto, la última vez que escuche algo parecido, Elah termino con varios puntos en su cabeza — te puedo demandar por poner a mi hija en riesgo.

—Quiero ver lo que hagas Marian y sobre todo que se lo expliques a tu esposo— aunque no lo vea, sé que tiene una sonrisa de victoria— Hija, no me gusta discutir contigo — cambio su tono de voz por uno más calmado — debes dejar ir el pasado, Mackenzie tiene derecho a vivir igual que...

— ¡No!, tu jamás lo entendiste, así que ahórrate las excusas— ¿Qué no entendió?, ¿de qué hablan? — lo mejor será que te vayas, eres un peligro para la estabilidad de Mackenzie.

Llevaba años sin ver a mi abuela y no hemos recuperado ese tiempo perdido, no la puede solo echar como si fuera basura.

—Ella no se va — interrumpo su conversación con mi gran entrada, ver la sonrisa de mi abuela me ayuda a no flaquear ante la presencia de mi madre.

— ¿Quién dijo que entraras? — noto como intenta contenerse de lanzarme sus palabras hirientes.

—Tú, pediste mi presencia y aquí me tienes — tomo el asiento desocupado al lado de Elah.

—Hemos terminado madre, hablare con Mackenzie — mira hacia la puerta esperando que se vaya.

—Recuerda que sigo siendo tu madre así no te guste y deberías tenerme más respeto — me gusta la actitud de mi abuela en estos momentos.

—Es mi hija.

—Y es mi nieta, de aquí no me voy — se sienta más cómoda.

Sé que su relación no es la mejor, pero ahora noto más la especie de amor/odio que se tienen y me siento fatal, no se supone que sea de esta forma. La relación con nuestras madres debería ser sana y no algo sacado de Chernóbil.

Una Inesperada Casualidad - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora