Capítulo 18

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Erick

¿Qué he hecho?

¿Por qué me siento mal?

¡Por Dios Erick!, no es muy lindo que declaren su amor al chico que le gusta y este la mande a la mierda con una mentira.

Uno no debería tener conciencia, a veces estorba.

Los ojos tristes de Mackenzie me persiguen a todos lados, no he podido dormir bien, puedo asegurar que ese día escuche su corazón romperse, si suena exagerado, pero así de intensa fue la situación. Igual ya estaba hecho, Stefano no existe, nunca debió existir y es más saludable para ella volver a su rutina, todo debe seguir igual.

¡Maldición!

Nada se sentía igual y estoy casi seguro que parezco un loco por tener pensamientos tan contradictorios.

Intento cerrar los ojos esperando que el sueño me golpee y nada porque parece que mi conciencia no me deja en paz ni por un momento. Tomo la sabia decisión de ir a buscar algo para beber, leche caliente o algo parecido, me coloco el pantalón del pijama y bajo.

Escucho las quejas de mi madre y hermana cuando paso por delante del televisor admito que lo hice para fastidiarlas un poco porque pude rodear el sofá, reviso la nevera y analizo mis opciones, hay leche, pero necesita ser calentada no escojo esa, agua menos, gaseosa me dan gases a esta hora, termino escogiendo jugo de naranja, eso lo deduzco por el color.

Al primer sorbo noto que es una combinación extraña de jugo de mango con naranja y limón, Emma tiene que dejar de inventar con las frutas como lo hace con su cabello y hablando de la susodicha aparece de la nada gritando lo que me ocasiono un gran susto que me hace botar parte del juego por mi cuerpo desnudo.

—Ups, disculpa copia — realmente le parece divertida la situación.

—Te odio — agarro una servilleta y me limpio el torso, me quedará pegajoso si no me ducho — ¿No estabas hace un segundo sentada viendo televisión? — pregunto sin entender qué hace aquí.

—Obvio, es solo que mis poderes de hermana gemela mayor me dijeron: "Debes molestarlo" y aquí estoy haciéndole caso — sonríe mientras intento no lanzarle el restante de mi jugo — has estado de mal humor y eso no es común en ti Erick, me preocupas.

Aquí vamos de nuevo.

Emma ha estado insistiéndome con el tema de mi humor desde que llegue de la casa de los Wells hace días. Sé que estoy raro; sin embargo, no le puedo decir que ocurre, cuándo ni yo sé por qué estoy tan molesto.

—Por favor no empieces, no estoy de... — me callo y noto como alza su ceja — solo no tengo ganas de hablar sobre dicho tema, ¿bien?

— ¿Tienes problemas con tu novia? — Niego con mi cabeza — como no has hablado más de ella... pensé que habían terminado, ya estaba planeando una superfiesta— sonríe maliciosa.

—No entiendo por qué te cae tan mal, si es una gran persona.

—Eso es lo que quiere hacernos creer, hermano — pone esa mirada de cabra loca cuando empieza con sus teorías conspirativas — pero sé que detrás de ese tinte falso, hay una persona muy muy mala — dice al borde de la paranoia.

—Como digas hermana, volveré a mi cuarto.

—Aguafiestas— en un gesto muy infantil de su parte termina sacándome la lengua— en algún momento me dirás que te pasa y por fin aceptarás que...

— ¡Erick! — el grito de mamá la interrumpe y aunque me haya llamado a mí, la preocupación es por partida doble y salimos corriendo hacia la sala.

Una Inesperada Casualidad - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora