Capítulo 59

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Mackenzie

Diciembre ha llegado y eso significa solo una cosa "Bienvenido el Invierno", la cafetería siempre está repleta de personas. Lo cual es entendible porque no hay nada mejor para este tipo de clima que beber algo caliente y es muy bueno para quienes trabajamos en ella.

Ya que significa Más propinas.

— ¿Qué harás el 24 de este mes? — pregunta mi jefa con uno de esos gorros de navidad que tiene luces muy extravagantes para mi gusto.

Todos tenemos que usarlos así no queramos. Hay que alimentar el espíritu de la navidad mientras lo único que yo deseo es alimentar mi estómago cada día.

—Faltan como 10 días... y no sé — comento sin interés. Empiezo a limpiar las mesas que faltan — es la primera vez que estoy lejos de casa para navidad, se siente extraño. Tal vez compre algo de comida y me quede en mi departamento viendo la cuidad por mi pequeña ventana.

—Vaya nunca había oído algo tan deprimente en mi vida — ríe. Frunzo el ceño, no pensé que sonaba tan deprimente. Solo es la verdad — te invito a mi casa, hare una pequeña cena de navidad y viendo que se te da bien lo de cocinar me podrías echar una manito.

—Solo he preparado café, es lo único que se hacer. ¿No sé a qué te refieres con que se me da bien cocinar? — digo con un deje de diversión.

—Oh vamos, no seas tan negativa — respira profundo — estás muy sola, y antes de que empieces a decir que te gusta, la verdad es que a nadie le gusta estar solo mucho tiempo — no se equivoca — el caso es que nunca te he visto con otro ser viviente y a veces observas a las parejas que vienen con anhelo — trato de no sonrojarme — está bien si no deseas contarme tu historia, respeto tu privacidad pero me preocupo por mis empleados como buena jefa.

Francia me mira de manera maternal y sonrío.

—Está bien iré, solo un par de horas — aplaude contenta antes de darme un abrazo.

—Eres un amor ojos azules.

—Sabes que me llamo Mackenzie — digo cansada de que me llamen por ese apodo.

—Y yo me llamo Francia y a veces me dicen Italia — trato de no reírme — el caso es que estas bautizada así — dice divertida — además desde que estás trabajando aquí me he dado cuenta que la clientela masculina ha crecido — alza sus cejas un par de veces antes de volver hablar — los tienes cautivados, si solo prestaras atención a lo mejor ya tendrías un par de citas.

—No entiendo lo de las citas y mucho menos lo que es tener una relación amorosa — me mira muy sorprendida — me siento bien como estoy, todavía me adapto a esta ciudad nueva. Nada de relaciones sentimentales por ahora.

—Entendido ojos azules — hace un saludo militar y doy por cerrado el tema.

Francia tiene razón, cuando las parejas vienen las observo disimuladamente, como a veces el chico se queda callado para escuchar cualquier cosa que la chica dice mientras él la observa con amor y ahí es cuando lo siento en mi pecho.

Un sentimiento que reconozco como calidez, que sé, que lo viví a pesar de que mi memoria no vuelva como deseo y sé que E.M tiene que ver mucho en esto.

~*~

Faltan 15 minutos para cerrar la cafetería, hoy fue un día muy productivo. Gane mucha propina que ira directo a mi jarrón especial. Desde que empecé a tener propinas las meto ahí, cuando esté lleno pensaré en que gastaré el dinero, por ahora no debe preocuparme.

Cada día se me da mejor lo de ser más sociable con las personas, no porque quisiera. Pero cuando tu jefa cambia de puesto a todos los empleados y justamente te toca en la caja registradora, debes colocar tu mejor sonrisa y tener el mejor ánimo de todos.

Una Inesperada Casualidad - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora