Capítulo 43.

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Mackenzie.

Respiro profundamente al ver el pequeño desastre que he dejado en el baño, estaba inquieta que desordene todos los productos, en parte es culpa de Erick, ese chico me tiene atontada, no puedo pensar en otra cosa que no sea él y eso logra asustarme un poco.

Una sonrisa aparece en mi boca cuando me acuerdo de Erick, todo estaba muy bien, se había calmado e incluso dormido, lo mire descansar un largo tiempo, nunca pensé que observar como un acosador a alguien mientras duerme podía ser tan satisfactorio, hasta que perdí la batalla y me dormí.

Me miro en el espejo que hay en mi gran baño, ¿Qué ha cambiado?, ¿la situación?, ¿todo?, ¿yo?... Tal vez yo, los cambios dan miedo, es algo que no puedo controlar por más que lo desee, por un momento quiero que todo se quede como estaba antes, mi rutina y mi madre dando órdenes a cada momento, sin embargo por otro lado no deseo volver a eso, me gusta sentir esta especie de libertad, me gusta ver y escuchar la risa de Erick, me gusta que sus ocurrencias me hagan reír hasta que me duela el abdomen, me gusta sentirme amada.

Los golpes que provienen de la puerta hacen que vuelva a la realidad.

— ¿Estas viva?

—Sí, solo paso mi vergüenza sola — quiero mudarme a china en estos momentos, lo he manchado, no es que lo estaba buscando, solo pasó y deseo desaparecer.

¡Ni siquiera tenía porque hacer su visita todavía!

—Entraré — a pesar de hacerle saber que no quiero, lo veo entrar tan tranquilo — Hola escurridiza estrellita — al menos me he cambiado y no estoy tan desastrosa.

—Necesito espacio — le digo mirando hacia el techo.

—Hay bastante en el baño — quiero reírme por su comentario — podría vivir aquí escondido para verte despertar cada mañana — le sonrío, fue muy tierno su comentario — ¿te sientes mejor?

—Sí, pero fue muy... — ni siquiera soy capaz de terminar mi frase.

—Lo sé fue mucho — deja un beso en mi frente — pero no juzgo, sería un hipócrita porque he soportado a mi hermana cuando se siente mal por la menstruación, ella es un pequeño monstruo — Oh ya lo es la mayoría del tiempo — ¿Cómo lo llevas?

— Hay meses que bien, otros regular tuve que acostumbrarme, mi madre no me daba descanso, siempre la perfección ante todo.

—Me gusta cómo eres, así te compliques a veces.

—Lo dice el chico que la solución para todo es decir que me debo alejar de él— aunque lo diga en broma, es su solución es huir.

— ¿Cuántas veces debo pedir disculpas, hasta que se te olvide?, mejoraré, te lo dije.

Y deseo que lo haga, más por él que por mí.

—Sé que sí — acaricia mi cabello, a veces pienso que tiene una pequeña obsesión — Oí a Camila, ¿de que hablaban?

Aunque no entendiera nada de su conversación, escuche la puerta abrirse y ella es la única que entra sin tocar.

— Técnicamente hice que saliera con un amigo, solo que al final cambio por completo la idea, así que saldremos con ella y mi amigo, ¡cita doble!

—Oh Erick, eso suena horrible, ¿salir con otra pareja?, ni siquiera me preocupa tanto, es Camila después de todo, se te olvida que debemos mantener un bajo perfil.

Sé que no es lo mejor ocultarle más cosas a mi madre, pero no deseo que arruine las cosas con Erick.

—Por más que quiera cumplir tus peticiones, no podemos estar escondidos siempre — los pequeños besos que deja en mis manos causan un poco de cosquillas — haré todo lo posible para no traerte problemas, en serio quiero que vayamos, hacer algo típico de una pareja, no suena tan mal, ¿no crees?

Una Inesperada Casualidad - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora