Capítulo 23

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Mackenzie

Me despierto al sentir los primeros rayos de sol quemándome un lado del rostro, me levanto algo adormilada y cierro las cortinas, no recordaba dejarlas abiertas, lo que supongo es obra de mi abuela. Termino acostada de nuevo y esta vez solo miro el papel con el diseño de ángeles del techo, son un poco aterradores. No sé de quién era esta casa antes de la llegada de los Wells, pero tenían un gusto extraño y eso que mi madre se encargó de decorar muchos meses antes de vivir en ella.

Reprimo un bostezo y salgo de una vez por todas de mi cómoda cama, camino hacia el baño para asearme y empezar un nuevo día. Termino de lavarme la cara y me quedo congelada al ver la hora en el reloj del espejo.

¡Son las tres de la tarde!

¿Qué día voy a empezar?, si ya casi llega la noche.

No entres en pánico Mackenzie, no entre en pánico. Es lo que recuerdo.

Salgo del baño como una loca buscando mi despertador que no encuentro por ningún lado, Oh Dios, si mi madre llega a saber que me he pasado gran parte del día durmiendo, viene de Japón y me mata. Es imposible que llegue tan rápido, pero siento que tiene tal capacidad para cumplirlo.

—Buen día capullito, ¿Qué haces debajo de tu cama? — me mira divertida mientras me levanto y sacudo mi pijama.

—Mi despertador no sonó, dormí de más, nunca había pasado esto. No debí salir. Estoy rompiendo muchas reglas. Mi madre se va a decepcionar — espero me haya entendido porque hable muy rápido.

—Necesitas hacer trabajo de respiración, vamos — hago con ella eso de inhalar y exhalar varias veces, pero no funciona me sigo sintiendo mal —tu despertador está en mi cuarto.

— ¡Elah, no debes hacer eso!,— me cruzo de brazos.

— ¡Si lo hago! — Se cruza de brazos —Se lo que es mejor para ti, todas esas reglas absurdas que tiene mi hija lo único que te ocasionan son un daño.

—Abuela, mi vida ha funcionado bajo esas reglas y me va de maravilla. no entiendo, yo me siento bien — su mirada me analiza, odio cuando lo hace.

— Elah — me corrige y frunzo el ceño — ¿No ves las consecuencias de los actos de mi hija? — Niego — no sabes cómo entablar conversaciones con otras personas que no sea tu familia, estoy muy segura que el cambio te da dolor de cabeza y que no tienes una voz propia, conozco a mi hija y se cómo intimida.

—No necesito del mundo Elah, además le quitas créditos a mi madre, ella sabe porque me da ese montón de reglas.

—Mackenzie tus padres no serán eternos, ni siquiera yo — no deseo pensar en el momento en que ya no estén —¿Qué harás cuando eso pase?, porque no estas preparada para lidiar con la realidad que te espera fuera de tu caja de cristal y eso me preocupa mucho — acaricia su barbilla pensativa — toda madre busca lo mejor para sus pimpollos, sin embargo, no hay que cruzar la línea delgada del cuidado con algo enfermizo — ¿A qué se refiere exactamente?

—Me siento cómoda con mi vida — y no siento que sea algo malo.

—La vida también se trata de tomar riesgos y ver si funciona o no lanzarse al vacío, tal vez haya una recompensa o solo una enseñanza de vida — se acerca y me acaricia el cabello con amor en su mirada— debes empezar a cuestionarte todo para que así esa voz interior que tienes salga y exija lo que le corresponde, ¿Por qué crees que Erick quiere ser tu amigo? — Oh no, hablar de Erick es complicado, nunca se cómo sentirme con respecto a él.

— ¿Por qué no tiene nada mejor que hacer?

— ¡Patrañas! — Ríe — ese chico le pareces interesante y quiere conocerte de una forma que ni siquiera tu misma te conoces, se pudiera decir que lo tienes hasta hipnotizado— mi corazón se acelera y siento como mis mejillas me arden — trata de no ser tan modo tu madre cuando estés con él, está intentando entablar amistad con una caja fuerte — termino riéndome.

Una Inesperada Casualidad - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora