MANCHA AZUL

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Narra Karen:

Diana, sí, ese era su nombre. Tuve que leer su mente para saber su nombre, quería encontrar alguna debilidad, pero parecía ser casi una diosa. Seguía atada al lazo, este brillaba demasiado. La mujer me analizaba y yo sentía que debía confesar mis secretos. 

—Lo preguntaré de nuevo, ¿quién eres tú?—dijo la mujer, sonó muy impaciente.
—Mi nombre... Yo soy... Yo... ¡Ah!—grite por el dolor, mi cabeza quería  estallar. Deje de sentir  el ardor del lazo porque el dolor de mi cabeza era más fuerte. 
—El lazo te obliga a decir la verdad—dijo fría y sin dejar de analizarme.
—Soy... ¡Ah, maldita sea!

En este instante, la luz de la habitación comenzo a parpadear. Ella me miraba muy atenta, me miraba con miedo. Las cosas  de la habitación comenzaron a moverse. Grite demasiado fuerte, ella me retiro el lazo asustada. Las sillas y los cuadros comenzaron a moverse, en cuestión de segundos, todo está arriba de nuestras cabezas. Me siento mareada, ya no aguanto mi cabeza, lloro, grito, y finalmente, caigo al suelo inconsciente.

Narra Diana:

Las cosas en la habitación caen en el momento que ella se desmaya. Me protejo y la protejo con mi escudo. La piel morena de la niña ha cambiado a un color blanco papel, sus labios están casi del color de su piel, y su frente tiene una gran mancha azul. Nunca había conocido a alguien que resistiera tanto tiempo al lazo de la verdad, supe en ese momento que ella era especial.

Acosté a la niña en un viejo sofá que había en la casa donde Bruce estaba viviendo. No entiendo qué hace ella aquí. Pasaron casi dos horas, la niña seguía sin despertar, pero había logrado recuperar su color de piel. Bruce llegó junto con Alfred, ambos me miraron con una gran sonrisa; hasta que desviaron sus miradas. 

—¡Karen! ¿Qué ha pasado, Diana?—dijo Bruce muy alterado, se acercó rapidamente a la niña.
—¿Quién es ella, Bruce? Intenté hacerla hablar con el lazo, no conseguí nada. Bueno, conseguí hacer que ella moviera todas las cosas de la habitación; eso, y una mancha azul.
—¿Cómo que todas las cosas se movieron?—preguntó Alfred confundido.
—El ardor del lazo la hizo gritar. En el momento que ella gritó, todos los objetos volaban sobre nuestras cabezas. Cuando ella se desmayó, todas las cosas cayeron. 
—Por eso la mancha...—dijo Bruce mientras acariciaba su frente. —Es increíble que tenga un nuevo poder.
—¿Bruce, quién es ella?—pregunté nuevamente.
—Diana, quizá deberías sentarte.

Las últimas hijas de Krypton: La favorita de Rao. [P.2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora