Seúl, Corea
El Emperador de Jade, finalmente había cumplido sus amenazas largamente oídas de castigarlo por su continua interferencia en el mundo de los mortales. Y había elegido el castigo más cruel de todos. Lo había despojado de su inmortalidad y lo había convertido en humano. Se echó un rápido vistazo a sí mismo, y le alivió comprobar que al menos lo había dejado con su favorecedor encanto: el tipo de "irresistiblemente atractivo", levemente musculoso y de cabellos oscuros, una mezcla milenaria entre un Guerrero y demonio. Su alivio, sin embargo, fue efímero. Total, ¿Qué importaba si se parecía a sí mismo y tenía su misma apariencia? ¡Era humano, por amor de Dios! Carne y sangre. Limitado. Endeble. Finito.
Blasfemando salvajemente, observó a la mujer que sollozaba. Apenas podía oírse a sí mismo pensar. Quizás si le informaba que Mino no estaba realmente muerto, ella se callaría. Tenía que encontrar una salida para esta intolerable situación, y rápido. — Tu amante no está muerto. Cesa tu llanto mujer — ordenó imperiosamente. Él lo sabía de cierto. El Emperador de Jade lo había obligado a dar de su propia esencia de vida inmortal para salvar la vida del guerrero.
Su orden no tuvo el efecto esperado. Al contrario, justo cuando estuvo seguro de que ella no podría llorar con más fuerza, él pensó cómo una criatura tan pequeña podía hacer un ruido tan enorme, eso escapaba a su comprensión, sus tímpanos recién adquiridos fueron expuestos a un gemido que se intensificó exponencialmente. — ¡Mujer, detente! — Rugió, tapándose los oídos con las manos. — Dije que él no está muerto― De todos modos, ella siguió llorando. Ni siquiera echó un vistazo en su dirección, como si él no hubiese hablado en lo absoluto. Furioso rodeó el montón de basura que ensuciaba la cámara donde se encontraban, escombros de la batalla que se había librado allí un cuarto hora antes entre Mino y la secta de los Minlian; batalla en la que él nunca debería haber intervenido, y se dirigió con paso majestuoso a su lado. Su intención era agarrarla por la nuca y alzarle el cuello para forzarla a que lo mirara y obligarla a callar. Su mano se deslizó directamente a través de la parte de atrás de su cráneo, y salió por la nariz. Ella ni siquiera parpadeó. Sólo hipó un sollozo, y lloró de nuevo. Jungkook se mantuvo de pie, inmóvil por un momento y luego lo intentó otra vez, alargando una mano hacia uno de sus pechos. Su mano pasó a través de su corazón y del omóplato izquierdo. Arremetió de nuevo, mientras las alas de la inquietud se esparcían por su estómago demasiado humano. — ¡Por Tantra! ¡El abuelo* no lo haría!―
Sus ojos oscuros se estrecharon hasta convertirse en rendijas ― ¿O sí? ―
Apretó la mandíbula y lo intentó otra vez. Y nuevamente su mano resbaló por el cuerpo de Zusy. ¡Cristo, lo ha hecho! ¡El muy cerdo! ¡No solo lo había convertido en humano, sino que lo había maldecido con el triple poder de la corte celestial! Jungkook sacudió la cabeza incrédulo. El triple poder era el sortilegio que su raza usaba cuando querían andar entre la gente sin ser descubiertos. Normalmente se invocaba sólo una de las facetas más potentes del triunvirato, la invisibilidad. Pero también se podía dotar al sujeto de la imposibilidad de que los humanos lo oyeran o lo sintieran. El triple poder era un instrumento útil si el deseo de uno era mezclarse con la gente sin ser observado ¿Pero ser maldecido con ello permanentemente? ¿Ser incapaz de escapar de eso? Aquel pensamiento era demasiado horrible como para entretenerse en él. Cerró los ojos y exploró en su mente para examinar el espacio/tiempo, y regresar a la corte celestial. No se preocupó de lo que El Emperador pudiera estar haciendo en esos momentos en su Salón Real; Él tenía que deshacer esto de inmediato. No pasó nada. Permaneció exactamente donde estaba. Lo intentó otra vez. No sintió ninguna sensación rápida de ingravidez, nada del torbellino repentino de esa libertad embriagadora e invencibilidad que siempre sentía cuando cruzaba dimensiones. Abrió los ojos. Todavía estaba en la cámara de piedra. Una mueca curvó sus labios ¿Humano, maldecido, y sin poderes? ¿Excluido de la corte celestial? Sacudió su cabeza hacia atrás, apartando el oscuro cabello de su cara — De acuerdo Emperador, ya lo he comprendido. Ahora, regrésame ― No hubo respuesta. Nada aparte del sonido de los interminables sollozos de la mujer, que retumbaban en la fría cámara de piedra. — Emperador, ¿me has oído? Dije "ya lo he comprendido". Ahora, restaura mis poderes ― Siguió sin obtener ninguna respuesta.
Él sabía que él lo escuchaba, permaneciendo en una dimensión sólo una pizca más allá del reino humano, por supuesto que lo escuchaba. Además lo miraba y saboreaba su incomodidad. Y... esperaba una actitud de sumisión, reconoció Jungkook de manera sombría. Un músculo palpitó en su mandíbula. La humildad no era, ni lo sería nunca, su punto fuerte. De todos modos, si sus opciones eran humildad o humanidad Y maldecido y sin poderes, para más escarmiento, mostraría tanta humildad que se ahogaría en ella.
— Mi Emperador, tenías razón y yo estaba equivocado. Observad, puedo decirlo ― Aunque la mentira le dejó un mal sabor de boca, añadió — Y juro que nunca volveré a desobedecerte ― Al menos no hasta estar seguro de estar en gracia con él otra vez. — Perdóname, Rey de los más Hermosos — Por supuesto él lo perdonaría. Siempre lo hacía — Soy tu más humilde y amante servidor. Oh, Emperador glorioso ― ¿Estoy exagerando demasiado? se preguntó ociosamente cuando el silencio se alargó. Notó que había comenzado a golpear el suelo con el pie de una manera muy humana. Pisó fuerte para obligarse a detenerse. Él no era humano. Él no era para nada como ellos. — ¿Me has oído? Pedí perdón — Masculló. Esperó unos momentos más y suspiró. Apretó los dientes y cayó sobre sus rodillas. Todo el mundo sabía que Jeon Jungkook despreciaba arrodillarse por algo o por alguien. — Exaltado líder de la Raza Verdadera — Ronroneó en la antigua y raramente usada lengua de los de su raza — Salvador de todo lo que existe. Pido la gracia y la gloria del trono — Palabras rituales, antiguas y de modales corteses, mostraban su más completa y absoluta reverencia. Y el ritual exigía que él contestase. El muy cerdo no lo hizo.
Él, que nunca había sufrido antes el paso de tiempo, ahora lo sentía intensamente al ver que aquella farsa se alargaba tanto. — ¡Maldita sea, Emperador, respóndeme! — Bramó de furia golpeando sus pies. — ¡Devuélveme mis poderes! ¡Hazme inmortal otra vez! ― Nada.
Pasó el tiempo. Una prueba, se aseguró a sí mismo. Sólo se trata de una prueba, para enseñarle una lección. De un momento a otro él aparecería. Lo reprendería. Le pasaría una cuenta mordaz de sus muchas transgresiones. Él le saludaría con la cabeza, prometiendo no volver a hacerlo nunca otra vez, y todo estaría bien. Tal y como las miles de veces que él le había desobedecido o le había hecho enfadar. Una hora más tarde, nada estaba bien. Dos horas más y Suzy se había ido, dejándolo sólo en las tumbas silenciosas y polvorientas. Casi echaba de menos su llanto. Casi. Treinta y seis horas más tarde y su cuerpo tenía hambre, sed, y, algo prácticamente incomprensible para él, estaba cansado. Una verdad como su ego apareció ante él. Los humanos dormían.
Su mente, generalmente muy rápida e incisiva, estaba bloqueada, inactiva, apagándose sin su consentimiento. Inaceptable. Maldito fuera si alguna parte de su cuerpo hiciera algo sin su consentimiento. Ni su mente, ni su cuerpo. Nunca le había pasado y nunca le pasaría. Un Ethéreo tenía siempre el control. Siempre. Su último pensamiento antes de que la inconsciencia lo reclamase fue que estaba sangrientamente seguro de que prefería ser cualquier otra cosa: ser encarcelado en una montaña por unos pocos cientos de años, convertido en una fangosa bestia de mar de tres cabezas, ser obligado a comportarse y jugar, en la estúpida corte otra vez durante un siglo o dos. Todo menos... algo... asquerosamente... patéticamente... incontrolablemente... humano.
* Abuelo de Jade, Emperador de Jade, Rey Celestial...
Aquí estoy con esta adaptación de la novela El Highlander Inmortal. de K.M. Moning que es una novela romántica inspirada en el mundo de las hadas en las Highlanders (Escocia) porque cuando la leí, pensé irremediablemente en el KookV
No tengo permiso de adaptación (Sería muy pretencioso que la autora me los diera) Así es que todos los méritos a ella y yo solo pongo el lado asiático de la trama y por supuesto al KookV.
Tengo tope de estrés y lo único que me lo quita es el KookVKook
Espero les guste, porque Jungkook aquí será lo más hot que puedo imaginarlo.
Gracias por leer y dejen sugerencia, comentario, estrellita!
Besitos y abrazo de oso
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El Inmortal
FanfictionJeon Jungkook, un Dios de la corte celestial del Emperador de Jade, ha sido castigado de la peor forma posible para un Dios. Ha sido convertido en humano con una de las más potentes maldiciones: Nadie lo puede ver, oír o sentir. Kim Tae Hyung es un...