15.- Tu Dios no cree en mí

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Se desplazaron sobre el lugar durante horas.

Al principio él estaba todavía tan sensualmente aturdido que a duras

penas podía pensar, ni siquiera se molestaba en tratar de hablar. Todo su cuerpo

estaba cautivo en un suspendido y doloroso estado de conciencia erótica que

tardó mucho tiempo en disiparse.

Entonces, de nuevo, él medio sospechó que podría estar haciéndose

algo insensible al miedo, por el tema de la exposición repetida y eso.

Entonces... la pasión que él había despertado en él no era parecida a

nada que Tae hubiera conocido antes. Nada que Tae hubiera creído posible

experimentar. Simplemente, ser tocado por Jeon Jungkook hizo que todo su cuerpo

se sintiera gloriosa, intensa y adictamente vivo.

Era justo lo que él siempre había temido: unos pocos besos de Dios y

Un humano estaba perdido. Y no era que él fuera una principiante en cuanto a

los besos. Había besado mucho. De hecho, sospechaba que había besado

bastante más que la mayoría. Porque Tae era virgen y los

hombres eran... bueno, hombres (Él incluido), sus citas habían hecho esfuerzos

extraordinarios en los juegos preliminares, cada uno decidido a ser El

Primero Que Marcara el Tanto, como si fuera algún tipo de competición. Horas

de expertos y seductores besos, y Tae siempre había mandado a sus citas

derechos a la puerta.

Sin embargo, después de unos pocos besos de Jungkook, Tae no había estado

sólo cerniéndose absurdamente cerca del orgasmo, había estado a punto de

caer, literalmente, en la cama o en el suelo o en cualquier lugar donde él

malditamente le hubiera querido.

Era adictivo. Ya había sido suficientemente malo mirarle y preguntarse

cómo sería en la cama, pero ahora tenía una idea clara, y no iba a ser capaz

nunca más de mirarle sin pensar en ello. A lo grande. Ahora que había probado

algo de Jungkook se sentía capaz de poner en palabras lo que había sentido sobre él

desde el principio, lo que había estado causando estragos en sus sentidos desde

el primer día: Jungkook era más hombre que la mayoría de los hombres.

Era fuerte y sensual y seguro de sí mismo, un hedonista desinhibido,

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