Tae fue a trabajar. Agitado por la escasez de sueño y por andar con los nervios de punta, reanimado por una ducha fría, dos cafés express dobles, y una imperiosa necesidad de normalidad... cualquier normalidad. Tal vez su vida se caía a pedazos a su alrededor, pero bien podía fingir que no lo hacía. Además, a pesar de su agotamiento, sabía que nunca sería capaz de dormir. Estaba demasiado tenso, demasiado temeroso de lo que Jeon Jungkook iba a hacer después, ya que no tenía duda de que "eso" haría algo. Si hubiese permanecido en casa, solo, se habría vuelto loco, su imaginación hiperactiva conjurando interminablemente horribles destinos para sí mismo.
Al principio, cuando eso había desaparecido, había considerado recurrir a su primer plan: saltar dentro de su coche y correr mientras pudiera hacerlo. Pero de alguna manera sabía, en lo más profundo de sus huesos, que con esa carrera no iba a conseguir nada. No estaba seguro de creer su afirmación de que eso no tenía ningún otro poder divino sino la capacidad de moverse rápidamente. Ciertamente no era lo bastante tonto para pensar que, considerando que él era el único que podía verlo, eso realmente se había marchado y tenía la intención de dejarlo en paz. No, eso, nunca hubiera partido si no hubiera estado inequívocamente seguro de su capacidad de encontrarlo otra vez. Lo que significaba que huir sería una pérdida de tiempo y energía que era mejor conservar para la batalla que se avecinaba.
Además, había razonado, si fuera a levantarse y luchar, estaría mejor preparado para hacerlo en terreno conocido. Aquí al menos, ellos estaban en su mundo, y Tae conocía muy bien su lugar. ¿Por qué eso no me ha lastimado? ¿Por qué no ha usado su fuerza enormemente superior para intimidarme y doblegar mi voluntad? Sería tan fácil. Tae estaba bloqueado por su reacción, o mejor dicho, por su carencia de ella. Eso podría haberle hecho cualquier cosa que hubiese querido hacerle, cuando él había estado sentado allí desvalidamente, pero lo máximo que hizo fue pronunciar la más suave de las amenazas infames. Había desaparecido. Simplemente desapareció. Y había estado sonriendo. Y le había dejado profundamente, profundamente inquieto.
Como si tuviera planeado algo mucho peor que el uso de la mera fuerza. ¿Qué podría ser peor que la fuerza?— ¿Kim, dónde diablos están los informes de Bin Jujin? — Su jefe, socio mayoritario Han Leeju, exigió, surgiendo sobre su diminuto escritorio al interior de su cubículo repleto de archivos y libros de leyes, esparciendo una montaña de informes legales que simplemente no estaban apilados en orden. — Se suponía que este caso debía estar archivado la semana pasada. Ahora nunca vamos a conseguir una fecha de audiencia para septiembre― Tae levantó la cabeza. Sobresaltado, casi derramó su cuarto café Express del día. Con ojos turbios, echó un vistazo al reloj. Era ya las dos y treinta. — Lo tendré para usted hacia las cuatro — prometió. — Se suponía que usted lo tendría para mí hacia las cuatro de ayer, pero no se molestó en volver a trabajar después del almuerzo ¿Por qué?― Tae mantuvo sus ojos concentrados en el reloj, poco dispuesto a encontrar su mirada, consciente de que no era el mentiroso más convincente. — Yo... uh, estuve enfermo. Realmente enfermo. Comí sushi en el almuerzo — Usted dijo que iba al mexicano por tacos― Maldito fuera el hombre por tener una mente como una trampa de acero ¿No tiene nada mejor que hacer que recordar dónde iba a comer? Solo había murmurado algo sobre el mexicano cuando lo había visto por el camino, no deseando que él estuviera a su alrededor cuestionándole. Y él sabía que Tae trabajaba diez veces más duro en los casos. Al parecer la firma creía que los estudiantes estaban de alquiler, puesto que eran completamente brutales con la carga de trabajo. — Cambié de opinión en el último momento — dijo Tae con poca sinceridad. — Siento no haber telefoneado, pero estaba tan enfermo que me costaba moverme. Usted sabe cómo es la intoxicación alimenticia — Se forzó a levantar la cara y encontrar su mirada y su entrecejo fruncido, sabiendo que parecía enfermo por la falta de sueño y la tensión, y que los círculos oscuros bajo sus ojos reforzarían su mentira. — ¿Yo soy mentiroso y falso? — Una voz profunda y exóticamente acentuada ronroneó detrás de Tae— Supongo que tenemos algo en común, pequeño tigre― Su cabeza giró alrededor.
ESTÁS LEYENDO
El Inmortal
FanfictionJeon Jungkook, un Dios de la corte celestial del Emperador de Jade, ha sido castigado de la peor forma posible para un Dios. Ha sido convertido en humano con una de las más potentes maldiciones: Nadie lo puede ver, oír o sentir. Kim Tae Hyung es un...