Capítulo 8: Aún no

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Tae despertó poco antes del amanecer. Durante un dichoso momento su cuerpo estuvo despierto, pero su mente aún estaba beatíficamente aislada por los sueños, y pensó que este sería un día como cualquier otro. Normal, tranquilo, lleno de asuntos triviales y preocupaciones manejables. Entonces, ¡zas-bam! los recuerdos le golpearon fuertemente: había arruinado la entrevista de trabajo, se había traicionado a sí mismo frente a un Dios, tenía todo el trabajo de una semana para hacer hoy, y su vida era un infierno. Gimiendo, se dio la vuelta, tratando desesperadamente de caer dormido y así no tener que hacer frente a todo eso aún. Ni mucho menos. Jeon Jungkook estaba en la ducha. Podía oírlo ¡Joder! a eso salpicando agua. A una docena de pasos desde el pasillo a su dormitorio. Un alto, oscuro, sexy, y muy desnudo Dios. Aquí mismo en su casa. En su ducha. Usando su jabón y sus toallas. Y cantaba. Su voz era la mejor mescla de dulzura y erotismo:

No limit in the sky that I won't fly for ya
No amount of tears in my eyes that I won't cry for ya
Ooh no
With every breath that I take
I want you to share that air with me
There's no promise that I won't keep
I'll climb a mountain, there's none too steep

Apuesto que puedes hacer eso y más, una voz adolescente suspiró soñando dentro de su mente.

* * *

Necesito un arma —, susurró Tae.

— ¡Necesito un arma! —, dijo Tae a Jan Hee cuando entró en su cubículo. Colocando su taza de café sobre su escritorio — ¿Dónde compra una persona un arma, Jan Hee?

Jung Jan Hee, un compañero interno y habitante del cubículo en diagonal hacia él, lentamente hizo girar su silla y le recorrió con la mirada inquisitivamente. — Tae, ¿te sientes bien? El jefe dijo que estabas enfermo. ¿Estás seguro de que te sientes mejor? Has estado actuando muy singularmente. — Estoy bien —, dijo, con las piernas cruzadas y un pie golpeando enérgicamente el aire. — Sólo me preguntaba en qué lugar una persona podría comprar un arma.¿Para que la quieres? —, no se anduvo con rodeos. — No me siento seguro viviendo donde vivo —, mintió francamente. No era como si pudiera ser atrapado y procesado por delito por lo que planeaba hacer, se tranquilizó. Para cometer un asesinato, uno tenía que tener no solo un arma sino un cuerpo. Y ya que nadie más que él podía ver el cuerpo, voilá - ningún delito. Además, era en defensa propia, absolutamente. — Toma un curso de Taekwondo―. Puso los ojos en blanco. — ¿Y qué hago en los muchos años que tardaré antes de lograr hacerme remotamente competente en eso? ― Él se encogió de hombros. — Haz que tú novio se instale en casa. — No tengo novio ya —, dijo malhumoradamente. Él no le miró totalmente sorprendido — Probablemente porque trabajas mucho, Tae. Apuesto que él se hartó de que estuvieras casado con tu trabajo. Yo lo haría. Lo sabes — él echó un vistazo alrededor y con cautela bajó la voz — El jefe no te presionaría tanto si no supiese que tú lo harás. Él sabe que pasaras el fin de semana investigando casos. Sabe que lo darás todo tratando de superarte. ¿Y qué planea hacer él este fin de semana, te preguntaras? Te lo diré. Le oí por casualidad haciendo planes esta mañana para reunirse con algunos compañeros y pasar el fin de semana jugando al golf. Tomará el sol, beberá cerveza. Mientras tú te sientas aquí en tu...Ya está bien — Tae se enfadó, su temperamento estallando. Parte por parte: un Dios cobarde fuera de mi camino, entonces me ocuparía de mi jefe y sus pequeños y engañosos planes de golf. — Esto no se trata de mí, o de mi ex-novio, o nuestro jefe. Es solo de dónde puedo conseguir un arma. — Me asustas. Y no te lo diré —. Jan Hee se dio la vuelta, la nariz pegada a su pantalla de ordenador. — Oh, por todos los cielos, simplemente miraré en Google si no me ayudas

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