Capítulo 5: Soy un hombre muy textual bebé

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Demasiadas cosas que perder, pensó Taehyung con desánimo. Su virginidad. Su mundo. Su vida. Y si eso lograba hacer lo que deseaba con él, probablemente en ese preciso orden. En el último momento, justo antes de que sus labios reclamaran los suyos, el relajó ligeramente la mano sobre su rostro y Tae hizo la única cosa en la que pudo pensar: lo golpeó con la cabeza. Echó su cabeza hacia atrás, luego hacia adelante de nuevo y le asestó un golpe en el centro de la cara con tanta fuerza como pudo. Tan duro, de hecho, que le dio una vertiginosa e instantánea migraña, haciéndole preguntarse maravillado como era que Jean Claude Van Damme siempre lograba seguir luchando con tranquilidad luego de tal hazaña. Obviamente, las películas mentían. Lamentaba no haberlo sabido antes de haber probado a jugar a ser héroe de acción. Por suerte, pareció que le había hecho más daño a eso de lo que él se había infringido a sí mismo, porque se recuperó más rápido. Lo suficientemente rápido como para golpearle directamente con la rodilla en la ingle mientras todavía parecía aturdido. El sonido que hizo eso cuando se dobló le hizo sentir un pánico puro corriendo a través de sus venas. Era un sonido de tal afrenta, de tal furia animal y tal dolor, que realmente, realmente no quería estar a su lado cuando lograse recuperarse. Cuando eso se encogió sobre el suelo, gimiendo y meciéndose, Tae saltó por encima, haciendo una línea recta hacia la puerta trasera. No había ninguna razón para molestarse saliendo por la puerta principal. Nunca sería capaz de superarlo a pie. Necesitaba su coche. Se lanzó a través de la sala de estar, pasó rozando alrededor de la mesa del comedor e irrumpió en la cocina. Surgiendo delante de él, la libertad, un rectángulo abierto de puerta, salpicado del sol matutino. Todavía podía oírlo maldiciendo, tres habitaciones más atrás, cuando alcanzó el umbral. Al infierno con su equipaje, pensó, saltando sobre él, tendría suerte de escapar con vida y lo sabía. Saltando por la entrada abierta, Tae...... Golpeo ruidosamente contra el cuerpo duro como una roca de Jeon Jungkook una vez más.

Gritó cuando eso le atrapó, levantándole hasta que sus pies quedaron colgando inútilmente por encima del piso. La expresión en su abrumado y oscuro rostro era helada y aterradora. Le aplastó contra su cuerpo, apretando sus brazos alrededor de Tae hasta que el aire silbaba cuando intentaba introducirlo en sus pulmones. Y Tae sabía, que si eso apretaba sus poderosos brazos solo un poquito más, su oxigeno sería cortado completamente. Le mantuvo así durante unos momentos dolorosamente largos, y estuvo perfectamente de todos modos, su cara sepultada en su cuello, su mejilla presionando contra él, deseando ser suave y complaciente, exudar un aire no amenazante. Sintió instintivamente que lo había empujado hasta el borde, y si ahora Tae evidenciaba el menor grado de resistencia, eso respondería aun con mayor fuerza. Su cuerpo no iba a ser capaz de resistir mucha fuerza más. Así que era cierto, pensó tristemente mientras le mantenía inmóvil, el Dios podía trasladarse en el parpadeo de un ojo. Un instante eso había estado en el suelo tres habitaciones detrás de él, y al siguiente estaba en la entrada delante. ¿Cómo diablos voy a escapar de algo que se puede moverse así? ¿Qué más podría hacer eso? De repente su mente se desbordo con todo lo que la Abuela le había enseñado acerca de los Dioses, de todos los poderes horribles que poseían. La capacidad para hipnotizar a la gente, controlándolos, manejándolos a su antojo. ¿Podría encontrarse en situación peor? Después de lo que pareció un tiempo interminable, eso respiró profundamente, estremeciéndose. Justo cuando que estaba tomando una respiración temblorosa para empezar a disculparse, o más exactamente, para empezar a pedir una muerte rápida y misericordiosa, eso dijo con una sedosa amenaza: —Ahora no es solo mi labio lo que tienes que besar, si deseas compensarme

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