Drustan MacKeltar tomó un trago de whisky escocés y echó un vistazo
alrededor de la mesa con una sonrisa satisfecha.
El año pasado los MacKeltars habían visto demasiado de todo. Y Dios así
lo quiera, ya hemos visto lo último de todo, pensó fervientemente.
Después de tantos acontecimientos calamitosos, la vida era pacífica y
dulce, todo lo que alguna vez había soñado y más. Él quería nada más que
sumergirse en los placeres simples para el resto de su vida. Como una comida
compartida con aquellos que amaba, ante un crujiente fuego hecho con haces de
fragante brezo.
Su mirada examinó rápidamente a sus compañeros de comedor: estaba
Gwen, su querida esposa, una brillante física, y madre radiante de sus preciosos
gemelos de dos meses, charlando alegremente con Chloe acerca de todas las
escuelas a las que sus niños podrían un día asistir.
Chloe, la querida esposa de su hermano, una experta en
antigüedades y brillante estudiosa. Acababan de saber la semana pasada que
pronto traerían más miembros al clan MacKeltar, y ella había estado
resplandeciente desde entonces, tal como lo había estado su marido, Dageus.
Dageus, era su gemelo, tres minutos más joven, y su mejor
amigo.
Habían pasado meses desde aquella noche en el Edificio Belthew, cuando
Dageus había combatido y derrotado a un grupo de cazadores, quienes
habían estado decididos a robar libros sagrados ¿Sabrá Dios con qué propósito?
Los ojos de Dageus estaban otra vez radiantes y claros, y estaba lleno de risas fáciles. Drustan no podía recordar haberlo visto alguna vez tan feliz.
Al principio, Dageus había hablado de construir su propio castillo en el
tercio norte de la propiedad de los MacKeltar, pero Drustan rápidamente había
acabado con tal tontería. Dageus había supervisado la construcción del castillo
de Drustan y Gwen - la fabulosa casa había sido una muestra de su amor hacia
ellos, y hecho a la medida en cada maravillosamente bien trabajado detalle -
contenía ciento veinte habitaciones. Había sido diseñado para el hogar de un
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El Inmortal
FanfictionJeon Jungkook, un Dios de la corte celestial del Emperador de Jade, ha sido castigado de la peor forma posible para un Dios. Ha sido convertido en humano con una de las más potentes maldiciones: Nadie lo puede ver, oír o sentir. Kim Tae Hyung es un...