Esa tarde Tae se tomó en un largo y reparador baño de espuma. Mientras habían estado viajando, en esas raras ocasiones en que él había vislumbrado un espejo usualmente durante
una rápida entrada a un baño público, no le había gustado lo que había visto, pero esta noche tenía la seguridad de que estaban en tierra segura, no habría bruscas zambullidas en lagos o caídas desde campanarios, y estaba decidido a lucir bien para variar.
La aspirina y una larga ducha caliente se habían llevado los restos de su resaca.
No había mucho donde elegir entre el escaso vestuario de que disponía, así es que no se lo pensó demasiado en cuanto a eso... o sí? Si tan solo Jungkook le hubiese informado que estarían en un castillo medieval, regido por lares de la edad media, cada cual con sus magníficas mujeres, él podría haber cogido algo más de la tienda...algún capricho, pero no. Siempre Jungkook y sus secretos o sus silencios que para el caso eran lo mismo.
Al salir del cuarto de baño, ya estaba resignado, pero se congeló. Imposible, pensó, al clavar los ojos en la cama con doseles.
No era que las cortinas de terciopelo estuvieran nuevamente colgadas o que la cama estuviera pulcramente hecha, eso era perfectamente posible. Una criada obviamente había entrado mientras él había estado en la bañera preocupándose por pequeñeces.
Lo que no era posible era que el traje negro en que había gastado largos minutos suspirando en Gucci, ahora estaba colgado entre esas cortinas.
¡No!, pensó estupefacto, moviéndose más cerca de la cama, ¿Y, oh, Dios mío, pensó jadeante, eso era una caja de...Cartier? Agarrando firmemente las solapas de su bata de baño, miró alrededor del cuarto. No había señales de Jungkook.
Pero en el aire, débil, pero aún inconfundible, había un indicio del exótico perfume de jazmín y sándalo y especias, del seductor hombre, y Tae se percató de que él probablemente lo había hecho hacía no más de unos momentos mientras él terminaba su baño.
Alcanzó la caja con manos temblorosas, la abrió, y se quedó sin aliento, tan estupefacto que casi la dejó caer.
Anidados sobre un lecho de terciopelo estaba un hermoso brazalete con forma de tigre, engarzado en diamantes y piedras preciosas.
"Yo cuido de lo que es mío", le había dicho cuando le había dado las llaves del BMW. Ciertamente.
Mientras levantaba el brillante objeto de la caja, una hojita de papel cayó hacia fuera. La atrapó mientras flotaba en el aire hacia el piso. Dos palabras en letra antigua, un garabato arrogantemente inclinado. Acéptalo, acéptame.
Bien, pensó Tae parpadeando, eso era ciertamente ir directo y al grano.
Sostuvo el brazalete en sus manos por mucho tiempo, mirándolo, pero sin verlo realmente. No realmente pensando, sino abriendo su corazón, sintiendo, preguntándose. Escuchando un eco de las palabras de Gwen: ¿Serás capaz de vivir contigo mismo si no te permites ser feliz ahora,y terminar por no haber obtenido absolutamente nada?
ESTÁS LEYENDO
El Inmortal
FanfictionJeon Jungkook, un Dios de la corte celestial del Emperador de Jade, ha sido castigado de la peor forma posible para un Dios. Ha sido convertido en humano con una de las más potentes maldiciones: Nadie lo puede ver, oír o sentir. Kim Tae Hyung es un...