Prisionera [Shawn Mendes]

Capítulo 38 -¿Cómo te llamas?

Últimos capítulos.
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Me levanté de mi lugar haciendo qué Amber colocara una mirada confusa en su rostro.

–Saldré. –Solté de golpe.

–¿A dónde irás?

–Necesito un tiempo a solas, bebé. –Confesé ante su pregunta.

<<Iré por más víctimas>>

–Ese "tiempo a solas" suena muy raro, ¿No? –Hizo comillas con sus dedos.

–Para mí no lo es. –Reí sin mostrar mis dientes.

–Irás a cometer crímenes, ¿No es cierto?

–No. –Dije poco convincente.

–Me dijiste que no te ibas a meter en peleas. –Frunció el seño.

–Te dije eso– Hice una corta pausa– No qué terminaría de asesinar.

No dijo ni una sóla palabra y bajó la mirada mientras jugaba con sus dedos.

–Esto no es nada fácil para mí, Amber– Tragué seco –Se me hace muy difícil terminar con todo esto– Contesté serio –Traté de durar lo máximo posible sin mancharme las manos con sangre, pero cada segundo que pasa se me hace aún más difícil qué el anterior.

–Quiero estar toda mi vida contigo– Lagrimeó –¿Qué pasará cuándo tengamos hijos?, ¿Ellos sabrán que su padre es un asesino?

–¡No quiero tener hijos, Amber! –Alcé la voz haciendo que esta pegara un pequeño brinco de su lugar.

Miré cómo sus ojos comenzaron a humedecerse y varias lágrimas bajaron por sus mejillas.

–Esto es hereditario– Golpeé la pared hasta que varias maderas cayeran al suelo –No quiero que mis hijos sean unos malditos asesinos al igual qué su padre– Tiré de mis cabellos con fuerza.

–Juntos lograremos que eso no sea así. –Contestó con un hilo se voz.

–No podremos lograr eso nunca– Respondí pasando mis manos por mi rostro –Malditasea. –Volví a golpear con mis puños la misma pared.

–No quiero que mis hijos sepan sobre mi vida– Negué con la cabeza –¿A qué hijo le gustaría saber qué su padre es un asesino serial?

–Pero..

–¡Pero nada! –Respondí volviendo a alzar mi voz hasta que la vena de mi cuello se remarcara– Con esto no hay ningún "pero"

–No seas negativo Shawn.

–Discúlpame por no ser la clase de chico que algún día soñaste tener– Contesté con lágrimas en mis ojos –Mereces a alguien mejor que yo, mereces a un novio de verdad, no a un asesino– Añadí tratando de evitar que salieran más lágrimas de mis ojos –No soy bueno para tu vida, y lo sabes. Sólamente soy un chico que nunca podrá darte lo que necesites, y me siento un asco al reconocerlo– Al decir esas palabras lágrimas salieron involuntariamente de mis ojos, haciéndome sentir cada vez peor –¡Mira en lo qué te he convertido!– Grité con mi voz entrecortada –Eres la asesina de dos personas. Cuándo antes sólo eras una dulce chica, con una vida por delante, pero yo vine aquí a arruinarla con mis estupideces.

Salí de la habitación y rápidamente tomé las cosas necesarias para cometer un homicidio.

Agarré mi mochila junto con mi pasamontañas y salí de la cabaña.

Subí a mi auto y partí rumbo a la cuidad.

Al llegar miré hacía todos lados para localizar a mi próxima víctima.